Delegaciones de alto nivel de ministerios de pesca de más de 50 países participan en Agadir (Marruecos) en una cumbre de la industria pesquera para debatir las necesidades emergentes de gobernanza en un sector que aporta al planeta el 17% de su proteína animal y a los países en desarrollo más ingresos de exportación que los obtenidos de forma conjunta con la carne, el tabaco, el arroz y el azúcar.
La globalización del comercio pesquero, impulsada en gran parte por el rápido crecimiento de la acuicultura, plantea nuevos desafíos para mejorar las normas y prácticas relativas a la trazabilidad, las condiciones laborales y la protección de la biodiversidad, así como las preparaciones comerciales frente a los cambios en la demanda y los hábitos de consumo, el impacto del cambio climático y la rápida expansión de los supermercados con su corolario de cadenas de suministro.
“El comercio pesquero es mucho más importante de lo que la gente piensa, tanto en términos absolutos como relativos”, aseguró Audun Lem, Director Adjunto de la División de Políticas y Economía de la Pesca y la Acuicultura de la FAO, además de Secretario del Subcomité de Comercio Pesquero, cuya reunión bienal tiene lugar en África por vez primera.
Los debates durante esta semana de cita en la ciudad portuaria marroquí ayudarán a la FAO, sus países miembros y a los representantes de la industria, a comprender las nuevas tendencias, oportunidades y desafíos en el sector de la pesca, fomentando el desarrollo de estrategias que puedan “posicionar mejor a los países en desarrollo para gestionar sus sectores pesqueros de forma sostenible y a maximizar el beneficio económico del crecimiento que esperamos presenciar”, dijo Lem.
Fomentar la trazabilidad
Los ministros tienen previsto acordar en Agadir una serie de directrices técnicas propuestas por la FAO sobre sistemas de documentación de las capturas, un conjunto de documentos que atestiguan el origen lícito del pescado, lo que facilita la trazabilidad del producto en toda la cadena de suministro. Esta iniciativa podría convertirse en una herramienta importante para frenar la pesca ilegal, objetivo establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Dado que la producción, elaboración y consumo de pescado a menudo se lleva a cabo en diferentes países, la colaboración y la armonización internacionales son fundamentales para garantizar el éxito en este esfuerzo. La participación del sector privado en un proyecto de la FAO sobre sistemas de documentación de capturas para el atún ha sido sorprendentemente alta, lo que refleja el interés de la industria en el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad.
Básico en este esfuerzo es Acuerdo de la FAO sobre medidas del Estado rector del puerto destinadas a prevenir, desalentar y eliminar, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR) que ha sido ratificado hasta ahora por 21 países y está en camino de lograr las 25 ratificaciones nacionales que se requieren para adquirir plena fuerza legal para cuando se reúna el Comité de Pesca, un foro intergubernamental mundial que tendrá lugar en la sede de la FAO el próximo julio.
Los trabajos se centrarán también en la armonización de los requisitos de certificación para la exportación de pescado a los principales mercados internacionales, donde los consumidores -así como los minoristas- se están volviendo cada vez más atentos a la calidad, inocuidad y requisitos de legalidad.
Atender a estos lucrativos mercados de forma sostenible es de vital importancia para los países en desarrollo, donde se produce la mayoría del pescado, ya sea capturado en el medio silvestre o cultivado en jaulas o estanques en granjas acuícolas. El comercio internacional de pescado y productos pesqueros se ha duplicado en una década, llegando a 144 000 millones de dólares EEUU en 2014. De esta cifra, las naciones de bajos ingresos exportaron en conjunto unos 78 000 millones, más de tres veces el valor de las exportaciones mundiales de arroz.
Revolución acuícola
Gran parte del dinamismo del sector se debe a la acuicultura, cuya producción se ha triplicado hasta los 78 millones de toneladas en los últimos 20 años, convirtiéndose en sector de producción alimentaria con más rápido crecimiento del mundo.
Aunque la mayor parte de las explotaciones acuícolas se encuentran en Asia, las tasas más altas de crecimiento de la acuicultura han tenido lugar últimamente en África y América del Sur y Central, donde su contribución marginal a la seguridad alimentaria puede ser más alta que en otras partes, precisamente debido al hecho de que el consumo per cápita de pescado ha sido tradicionalmente bajo en estas regiones emergentes.
Una de las razones por las que la acuicultura ha alterado la dinámica de la industria, es que sus métodos de producción son por lo general mucho menos estacionales y volátiles que la pesca en mar abierto. Esto permite un acceso más fácil a los seguros o al crédito -en la actualidad hay un mercado de futuros del salmón- e incluso a soluciones a medida, como asegurar el suministro de salmón más graso adecuado para ahumar.
La acuicultura, con sus ritmos predecibles y centrada en productos más estandarizados, permite además un enfoque a más largo plazo y más intensivo de las cadenas de suministro. Si se gestiona de manera eficiente, el desperdicio de alimentos puede reducirse al mínimo y mejorarse la inocuidad alimentaria, pueden incentivarse las inversiones en instalaciones de almacenamiento en frío, lo que permite a todos los supermercados planificar y garantizar las compras.
“Están surgiendo nuevas tendencias en la que menos operadores -pero más grandes- transforman verticalmente la estructura de la industria, un proceso muy avanzado en especies como el camarón, tilapia, salmón del Atlántico y la lubina y el besugo. Esto puede permitir una mayor inversión en el mejoramiento selectivo, logística, comercialización y estrategias de diferenciación de marcas”, según Lem.
Esta transformación de la infraestructura de distribución puede beneficiar a la pesca de captura, que se enfrenta a una mayor presión para adoptar prácticas sostenibles, como mejores métodos de manipulación y la reducción de los descartes y el desperdicio. Y gobiernos de todo el mundo colaboran ahora para reducir y eliminar las operaciones de pesca ilegal, a través de mejores normas y una aplicación más eficaz. En términos generales, la pesca de captura se verá obligada a orientarse mejor a las necesidades del consumidor, en lugar de a vender todo lo que se captura, y a crear valor pasando a nichos de mayor precio que pongan de relieve cualidades como la singularidad y el origen natural del producto. La FAO espera que la pesca de captura crezca modestamente en términos de volumen, mientras que su cuota de mercado en el consumo humano descenderá hasta el 38% en 2030.
Cambios en el menú
El menú de los alimentos marinos está cambiando en muchas cosas, como lo demuestra el hecho de que, por primera vez en la historia, se transportó más atún fresco a los Estados Unidos que a Japón.
Los cambios en los patrones tradicionales podrían convertirse en un rasgo común en el futuro de la pesca, en especial al aumentar los países en desarrollo su participación en las importaciones mundiales. Y al desarrollar la producción local para la demanda interna.
Desde 2013, el salmón y la trucha han sustituido a los camarones como el producto más importante comercializado en términos de valor. En 2014 Viet Nam adelantó a Tailandia para convertirse en el tercer mayor exportador mundial de productos pesqueros, empujado por la rápida internacionalización de la panga, un pescado blanco de agua dulce que compite con especies marinas como el bacalao, la merluza y el abadejo. Por otro lado, el comercio de pulpo ha crecido fuertemente en los últimos años, mientras que las ventas de calamar se han visto ralentizadas.
Fuente y fotografía: Aqua