Hace solo unos días, un tuit se viralizó en las redes:»La única cebolla que hace llorar sin tener que cortarla», escribió el ambientólogo Andreu Escrivà junto a la fotografía de una cebolla solitariaen una bandeja. «¿Qué sentido tiene envasar este tipo de productos si ya tienen una protección natural y duran tiempo? No hay justificación», razona el estupefacto ecologista que no ve más explicación que la acelerada sociedad. «La gente no quiere detenerse para pesar los productos. ¡Son 30 segundos!» reclamaba.
Promovida por un grupo liderado por la joven ingeniera agrónoma de Salamanca, Isabel Vicente #DesnudaLaFruta es un campaña para concienciar sobre este tipo de práctica tan contaminante. Consiste en invitar a los ciudadanos a participar enviando sus propios textos y fotos de productos.
«Queremos concienciar de este derroche sin otro fin que las compras rápidas», afirmó Isabel Vicente a la prensa, respondiendo así a lps motivos sanitarios brindados por las cadenas: «En una misma tienda encuentras tomates envasados y a granel». El despropósito es tal que incluso se encuentran frutas y hortalizas embaladas con la etiqueta de granel. Por otra parte, la venta de piezas juntas limita la libre elección del cliente -«necesitas solo dos peras y te tienes que llevar cuatro»– y no se escapan del empaquetado, más bien se incrementa, los alimentos ecológicos. «Alardean del consumo sostenible y te llenan de residuos», denunció la joven ambientóloga: «Nos obligan a pagar las bolsas y nos llevamos a casa mucho más plástico».
A la campaña adhirieron las plataformas Vivirsinplástico así como Rezero (Fundació Prevenció Residus i Consum), quienes advierten desde sus portavoces que los envoltorios «tienen un uso más publicitario que higiénico» y luego «muchos acaban en los océanos, donde los peces los confunden con plancton» además de hacer suya una advertencia de la ONU «En el 2050 habrá más plástico que peces en el mar».