La vaquita marina (Phocoena sinus) se ha convertido, en muy poco tiempo, en el cetáceo más amenazado del planeta. La población de este diminuto delfín ha disminuido muy rápido en el golfo de California, también llamado mar de Cortés, al noroeste de México. Su población se ha reducido un 40 por ciento solo el último año y ahora cuenta con doce ejemplares al borde de la extinción.
El principal enemigo para la vaquita marina son las redes de pesca utilizadas en la pesca de un pez mexicano llamado totoaba. La vejiga natatoria de esta especie se usa en la medicina tradicional china con el fin de curar las molestias articulares o los dolores del embarazo. Debido a su alto precio en el mercado es conocido como “la cocaína acuática” ya que un kilo puede costar más de 8.000 dólares y hasta puede ser comprado como inversión financiera.
Aunque el comercio ilegal de la totoaba ha hecho que esta especie se encuentre en peligro crítico de extinción, la peor parte se la lleva la vaquita marina. Además, en caso de que se recuperarse la especie, su diversidad genética será tan pobre que probablemente los nuevos individuos serán incapaces de adaptarse a entornos cambiantes.
Debido a esta situación, el gobierno mexicano prohibió la pesca de vaquitas y totoabas, iniciativa a la que se sumó el programa internacional de rescate Vaquita CPR (Conservación, Protección y Recuperación), que se propone capturar a las vaquitas y trasladarlas en acuarios y santuarios marinos para asegurar su supervivencia.