Cerrar un millar de pozos ilegales, acabar con las 3.000 hectáreas de cultivos ilegales y renunciar definitivamente a tres proyectos: dragar el río Guadalquivir, almacenar gas en el subsuelo de Doñana y reabrir la mina de Aznalcóllar-Los Frailes. Son las exigencias que WWF hace al Gobierno central y a la Junta de Andalucía para combatir «el principal cáncer» que, según Juan Carlos del Olmo, secretario general de la organización conservacionista, amenaza gravemente al mayor humedal de Europa.

«El principal problema es la sobreexplotación del acuífero. Doñana es agua, y todos los problemas que enumeramos atacan a sus fuentes de agua», señala Del Olmo, que ayer anunció la inclusión de Doñana en su campaña internacional Juntos, salvemos nuestro patrimonio común.

El parque nacional y su entorno, «trampolín para seis millones de aves migratorias en su viaje a África», ha sido uno de los tres lugares elegidos por la ONG para dar a conocer los espacios emblemáticos más amenazados a nivel global. Los otros dos parajes son la Reserva de Selous, en Tanzania, y al Arrecife de Belice.

«Durante la última década los problemas que rodean a Doñana se han acentuado y se han agravado hasta el punto de que consideramos que estamos en un auténtico punto de inflexión», asegura a EL MUNDO en conversación telefónica. Y eso, a pesar de que «cuenta con todas las figuras de protección». Entre ellas, destacan la de Reserva de la Biosfera de la Unesco desde 1982 y Patrimonio Mundial desde 1994.

«Hemos querido que fuera una campaña internacional para dejar claro que Doñana es patrimonio de la Humanidad, no de los andaluces, ni de los españoles o de los europeos. España tiene que ser valiente y eliminar los proyectos que lo están poniendo en peligro», reclama. Los recopila el informe Salvemos Doñana: del peligro a la prosperidad, presentado este jueves de cara a otro informe. El que el 1 de diciembre debe presentar el Gobierno español ante la Unesco con las medidas que va a tomar para cumplir con las recomendaciones de ese organismo. «Si no actúan con urgencia, la Unesco podría incluir a Doñana en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro de 2017. Sería bochornoso», señala.

Agricultura intensiva

«Tanto el Gobierno central como la Junta de Andalucía, que son los responsables de conservarlo, están concentrados en proteger lo que está dentro del límite del parque nacional, pero miran a otro lado ante las amenazas de fuera. Nosotros hablamos de conservar el resto de Doñana y las marismas», recalca.

«Los cultivos de fresas, arándanos, etc, han crecido de forma exponencial. Junto a los más de mil pozos ilegales, están secando el acuífero porque se beben el agua antes de que llegue a Doñana, que sólo recibe el 20% de lo que debería llegar. Suponen, además, una competencia desleal para los agricultores que se esfuerzan por hacer las cosas bien», señala el activista. «Queremos que el Ministerio de Agricultura y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir cierren los pozos ilegales, pues se trata de un bien común, y queremos datos concretos que demuestren que se están cerrando esos pozos ilegales. Pero falta voluntad política».

«No hay que olvidar que 200.000 personas habitan en el entorno de Doñana. Un acuífero sano permite que se pueda hacer agricultura y ganadería y que vayan turistas, aunque cada vez estén más decepcionados», asegura.

«Estos sitios no desaparecen por un cataclismo o una catástrofe natural, sino poco a poco», subraya. Si Doñana se seca, los esfuerzos de conservación de los países europeos se van al garete porque por allí pasan millones de aves migratorias», señala. Y el impacto en la biodiversidad de la zona, asegura, ya es claramente visible a través de numerosos indicadores. «Sabemos que muchas especies de aves endémicas ya no están debido a la transformación de la zona, el 96% de las especies de peces que hay en Doñana son especies invasoras y las libélulas por ejemplo también están muy amenazadas».

Fuente: El Mundo