Cortar una parte del hielo de los glaciares de los Alpes, en Francia, y llevarlo hasta el centro de la Antártida para que se conserve congeladopuede parecer una barbaridad (y una pérdida de tiempo y dinero) pero todo tiene su explicación.
Lo primero es que, aunque sea poco conocido, el pasado 29 de agosto se completó en el glaciar del Dôme du Goûter (muy cerca de la cima del Mont Blanc) el trabajo de perforación y extracción de tres columnas de hielo (en una sección vertical del glaciar) de unos 10 centímetros de grueso por casi 130 metros de largo. Las tres columnas, debidamente cortadas en piezas más pequeñas, han sido empaquetadas y se conservan de momento en frigoríficos de Grenoble (Francia).
Dos de estas barras cilíndricas de hielo del Mont Blanc serán trasladadas el 2020 hasta la Base de investigación franco-italiana Concordia, casi en el centro de la Antártida. Las cajas que contienen el hielo del glaciar de los Alpes se guardarán en la Antártida, a unos 50 grados bajo cero, junto a unas cajas similares que contendrán otras dos barras de hielo del glaciar Illimani (Bolivia), cuya extracción está prevista para el año 2017.
El proyecto de extracción y conservación del hielo de estos glaciares tiene una clara finalidad científica: el estudio de las condiciones meteorológicas, climáticas y ambientales que han vivido estas dos regiones montañosas durante los últimos siglos. Los expertos calculan, por ejemplo, que el hielo que se encuentra en la parte inferior de las columnas cortadas ahora en Dôme du Goûter tiene más de 150 años de antigüedad.
La oportunidad de extraer y conservar estas muestras de hielo es más que evidente si se recuerda que el cambio climático está destruyendo a ritmo acelerado buena parte de los glaciares del planeta.
El estudio del hielo, las burbujas de aire y los de vegetales y minerales que se encuentran a los largo de estas columnas permitirá detallar desde la evolución del cambio climático (causa principal del proceso actual de desaparición de los glaciares) hasta la cantidad real de isótopos radioactivos que se acumuló en el centro de Europa como consecuencia del accidente nuclear de Chernóbil.
”El hielo de los glaciares es un pozo de información”, ha recordado Jérôme Chappellaz, director de investigación en el Laboratorio de Glaciología y Geofísica Ambiental (LGGA) de la Universidad de Grenoble Alpes (Francia). Este laboratorio será precisamente el responsable del análisis de la tercera de las columnas de hielo del Mont Blanc, cuyos datos serán puestos a disposición de la comunidad científica internacional.
Con sus burbujas de aire y sus impurezas, los glaciares atesoran información valiosísima sobre las condiciones ambientales de cientos de años, ha explicado este verano el profesor Chappellaz
En los glaciares del Mont Blanc, los investigadores podrán estudiar en particular la evolución de la contaminación o de la actividad industrial a nivel europeo a lo largo de más de cien años.
El objetivo de conservar en la Antártida dos de las columnas de hielo es facilitar su conservación durante un largo período de tiempo, una especie de “biblioteca del hielo”, y facilitar de esta forma nuevos estudios con las tecnologías que se puedan desarrollar en el futuro.
La primera misión del proyecto de preservación del patrimonio glaciar global (Protecting Ice Memory) se puso en marcha en el Mont Blanc el pasado 15 de agosto y contado con la participación de un equipo internacional de glaciólogos y diez ingenieros franceses, italianos, rusos y americanos, coordinados por Patrick Ginot y Jérôme Chappellaz.
El proyecto está liderado por el LGGA, la Universidad Ca ‘Foscari de Venecia (Italia) y el Consejo Nacional Italiano de Investigación), con el apoyo de la Fundación Universidad de Grenoble Alpes.
Fuente y fotografía: La Vanguardia