En mayo y junio aumentan las visitas de amigos y conocidos en Moscú. No podemos decir que sean inesperadas, porque esta rutina se repite invariablemente cada año. Quien más, quien menos, se levanta un día cuando el calor y la humedad ya anuncian el verano y recuerda con desgana el trozo de papel colgado en el portal del edificio: “Han cortado el agua caliente”, se dice a sí mismo. Busca una bolsa, mete allí al menos unas toallas y, con o sin llamada previa, sale de casa camino de la del amigo que ese día le prestará el baño para darse una ducha.
La escena puede repetirse varias veces con la misma persona, quien tal vez a los pocos días hará de anfitrión para ti.
Aunque el ritual no resulta agradable, la estación de las duchas frías se ha instalado en el calendario ruso como algo propio de la vida cotidiana. Durante una o dos semanas, la próspera Moscú de los petrodólares tiene que soportar uno de los inconvenientes heredados de los tiempos soviéticos.
El agua caliente de los edificios de Moscú procede de una serie de plantas eléctricas instaladas a lo largo de la ciudad, no de calderas en el sótano, como en España. Y lo mismo sucede con la calefacción. Las compañías encargadas de este sistema cortan el agua caliente para desatascar las cañerías, buscar roturas y fugas y, si es necesario, hacer reparaciones. Un mantenimiento anual convertido ya en tradición.
“Estos trabajos se llevan a cabo en verano para evitar que haya roturas en invierno”, explican los responsables del suministro de agua caliente en la capital rusa.
Desde que el diari o Rossískaya Gazeta (que hace las veces de BOE ruso) anunció el inicio de estos trabajos para el 11 de mayo pasado, las tareas de mantenimiento van a afectar, hasta finales de junio, a 70.000 construcciones, incluidos 30.000 edificios de viviendas. Los operarios llevan a cabo pruebas de temperatura y presión hidráulica para asegurarse de que el sistema no sufra ningún desperfecto.
Aunque esta tradición pueda llegar a fomentar la amistad, no hay duda de que no es nada agradable. La población mayor, acostumbrada por los años, asume la situación. “Yo suelo calentar agua con el hervidor y me vale para asearme”, comenta Nina, una jubilada de 72 años. “Tampoco son muchos días, diez más o menos”.
Por regla general, el corte de agua caliente no dura más de 14 días, si no se cruza por medio una avería. Pero la modernización en la última década de la decrépita infraestructura soviética, en parte construida en años de Stalin, ha permitido fortalecer los 15.500 kilómetros de tuberías y, como consecuencia, acortar la duración del corte en Moscú. Los tubos más antiguos que se están cambiando ahora datan de la década de 1970.
Según datos oficiales, en 284 edificios sus vecinos sólo tendrían que ducharse con agua fría durante un periodo de tiempo corto, de uno a nueve días. Más afortunados son quienes viven en 3.166 edificios de la capital rusa, donde este año no hay necesidad de cortar el agua caliente.
Para evitar las duchas frías, se buscan miles de alternativas. “En casa tenemos un calentador eléctrico en el baño, que sólo usamos estos días. No es lo mismo, porque el agua no sale a la misma potencia, pero nos apañamos”, explica Olga Pávlona, una exadministrativa hoy jubilada. Pero esa solución no convence a los que ven un gasto innecesario utilizarlo sólo durante dos semanas al año. “En realidad, yo prefiero aprovechar esos días para irme a la dacha si hace buen tiempo”, añade, subrayando el hecho de que a medida que va haciendo más calor muchos rusos abandonan temporalmente las grandes ciudades para pasar temporadas en el campo.
Los más organizados toman su baño en el gimnasio o en la típica baña rusa. Y los estoicos calientan ollas de agua en el fuego de la cocina.
Las generaciones más jóvenes, acostumbradas al increíble desarrollo de Moscú tras el comunismo, son las más reacias a mantener una privación de los tiempos soviéticos. La molestia ha inspirado canciones y poemas, como algunas composiciones de la poetisa Tatiana Scherbina en su libro La vida sin, de 1997.
Pero, como siempre, el ciudadano ruso termina acostumbrándose. Según los responsables de las compañías suministradores, no les quedará más remedio, porque las duchas frías seguirán siendo parte del futuro. Aunque las tuberías modernas no necesitan pruebas de ensayo, y pueden controlarse a distancia, el trabajo de mantenimiento siempre es necesario para preparar el sistema para la temporada de la calefacción, han dicho al electrónico Gazeta.ru en la Compañía Energética Unificada de Moscú, responsable del suministro de agua caliente en la capital rusa.
Moscú no es la única ciudad donde el agua caliente se va estos días. San Petersburgo y otras ciudades de provincias tienen sistemas similares. Y allí también, cada mañana, hay personas buscando una ducha caliente.
Fuente y fotografía: La Vanguardia