En el año 1985 se descubrió un monumental agujero en la capa de ozono. Este está ubicado en la Antártida y en solo dos años, gracias a la rápida acción internacional, se prohibieron los clorofluorocarbonos (CFC) los compuestos, presentes en frigoríficos, aparatos de aire acondicionado o en aerosoles, estaban eliminando el ozono. De esta manera, la concentración de estas sustancias ya se está reduciendo y se ha estimado que, para 2030, el ozono habrá vuelto a los niveles de 1980.
Sin embargo, un estudio reciente publicado en la Unión de Geociencias Europea acaba de desmontar aquellas estimaciones. De acuerdo con lo afirmado por William Ball, de la de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza) y responsable de la investigación «Los resultados de nuestra investigación sugieren que, al principio los niveles de ozono comenzaron a subir, pero luego cayeron hasta los mismos niveles que tenían en 1998 (el año en las emisiones alcanzaron su máximo)».
Además, a pesar de que el ozono sobre los casquetes polares se está recuperando y su concentración en la parte superior de la estratosfera está creciendo, en las capas medias y bajas de la estratosfera el ozono no ha dejado de reducirse. Según este estudio, el problema es que los científicos no saben aún qué está impidiendo que, una vez eliminados los CFC, la capa de ozono se recupere