Inés Sagrario y Ana Sáiz desarrollan huertos verticales hidropónicos (cultivo sin suelo) para optimizar la producción y eficiencia de la actividad agrícola al utilizar muy poco el espacio físico y reducir las pérdidas de agua en un 45% frente al uso tradicional.
En mayo de 2016 las desarrolladoras de este proyecto pusieron en marcha la empresa Achipámpanos con el objetivo de mejorar la calidad de los productos que comemos. De esta forma cultivaban hierbas aromáticas y verduras con un espacio limitado, sin utilizar pesticidas ni fertilizantes químicos y, además, una inversión reducida.
En el huerto, las plantas se instalan en estructuras verticales modulares y cuentan con un depósito de agua para regarlas con una pequeña bomba, “cosechamos 8 lechugas en el mismo espacio que en un huerto se obtiene una sola”, añadieron las creadoras.
Esta iniciativa se lleva a cabo para facilitar el crecimiento de las plantas con el uso más eficiente tanto de luz como de agua. En este último caso, los datos muestran que las pérdidas de agua se reducen de un 50% a sólo un 5%.
Además el proyecto incluye un enfoque específico de proximidad, con el fin de asegurar un suministro lo más fresco posible y minimizar al máximo la huella de carbono. Otro aspecto de interés es la reducción de las mermas y el desperdicio de los alimentos, pues sólo se cortan si se van a consumir