Según un estudio reciente publicado en la revista Nature, los conflictos armados que afectan al continente no solo afectan a las personas y el entorno físico sino que también son nocivos para la gran fauna africana.
Los investigadores Joshua Daskin y Robert Pringle, de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) han demostrado que más del 70 por ciento de las áreas protegidas del continente se convirtieron en zonas bélicas desde 1946. Y, sobre todo, cuanto con más frecuencia se desató un conflicto en una región determinada, más evidente es el decrecimiento de las poblaciones de grandes mamíferos como leones, rinocerontes, hipopótamos o elefantes.
Uno de los aspectos esperanzadores del estudio es que las guerras por sí solas no provocan la extinción de especies ya que una vez recuperada la paz, las poblaciones de animales salvajes vuelven a reproducirse como antes. El cese de los conflictos y la recuperación de los recursos para defender el medio ambiente son elementos claves para garantizar la supervivencia de especies.