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Las acciones humanas dañan un centenar de sitios reconocidos por la Unesco como Patrimonio Natural de la Humanidad

Las acciones humanas dañan un centenar de sitios reconocidos por la Unesco como Patrimonio Natural de la Humanidad

«El mundo nunca aceptaría que la Acrópolis fuera derribada o que desmontaran un par de pirámides para levantar urbanizaciones y carreteras. Pero, ahora mismo, en todo el planeta, estamos permitiendo que nuestros lugares Patrimonio Natural de la Humanidad sean seriamente alterados», denuncia el ecólogo de la Wildlife Conservation Society (WCS), James Watson. Junto a otros colegas, este profesor ha analizado la situación de los sitios reconocidos por la Unesco como herencia para las generaciones futuras. Más de un centenar de ellos está siendo acosados por las actividades humanas.

De los más de 1.000 monumentos, ciudades o parajes de la lista de Patrimonio de la Humanidad, unos 200 son parques o reservas naturales. No han sido construidos por los humanos, pero su protección y conservación es tan exigible como la del acueducto de Segovia. Sin embargo, este nuevo estudio, publicado en Biological Conservation, muestra que no es así. El trabajo, que arranca en 1993, analiza varias amenazas humanas, como el avance de la agricultura, la construcción, nuevas carreteras o el pastoreo, y con todas ellas crea un índice de la huella humana sobre los espacios naturales. La investigación también incluye la pérdida de masa forestal en lo que va de siglo.

En estos 25 años, más de un centenar de sitios han acabado peor de lo que estaban. Así, la huella humana ha aumentado en el 63% de los lugares naturales protegidos por la Unesco. Solo los ubicados en territorio europeo se han mantenido relativamente igual a como estaban en 1993. Los más castigados se encuentran en Asia. El más acosado es el parque nacional de Keoladeo, en India. Pero en los que más ha aumentado la presión humana es en el santuario para la vida salvaje de Manas, también en India, o el parque nacional Chitwan, en la vecina Nepal. En África, el mayor deterioro se ha producido en el parque nacional de las montañas Simien, en Etiopía.

«El mundo nunca aceptaría que la Acrópolis fuera derribada o que desmontaran un par de pirámides para levantar urbanizaciones»

JAMES WATSON, ECÓLOGO DE LA WCS

«La densidad de población en torno a Keoladeo es muy alta y el parque es muy pequeño. Además, fue una reserva para cazar patos, por lo que hay muchas infraestructuras del pasado», comenta el profesor de la universidad de Queensland (Australia) y principal autor del estudio, James Allan. «Por fortuna, la situación de Keoladeo es estable. Hay lugares como Manas, por los asentamientos ilegales, o en las montañas Simien, por el pastoreo y la agricultura, donde la huella ha aumentado más», añade.

En cuanto la deforestación, aquí el problema sí que es generalizado. De los 134 lugares Patrimonio de la Humanidad en los que han analizado la cobertura forestal, en 122 la vegetación está en retirada. Aunque en la mayoría la pérdida ha sido pequeña, una decena de las áreas más protegidas del planeta han perdido más del 5% de sus árboles o arbustos. Entre ellas están parques míticos como el de Doñana en España o el de Yellowstone en EE UU, que ha perdido el 6,3% de sus bosques.

De hecho, es América del Norte la que más deforestación ha sufrido. Aunque hay lugares de otras regiones que individualmente han sufrido grandes pérdidas, como la reserva de la biosfera Río Plátano, en Honduras, o la zona del lago Baikal, en Rusia, el 57% de la pérdida forestal global desde que comenzara el siglo se ha producido en los parques nacionales de EE UU y Canadá.

El mapa muestra todos los lugares Patrimonio Natural de la Humanidad estudiados. En rojo, los que más masa forestal han perdido desde 2000.ampliar foto
El mapa muestra todos los lugares Patrimonio Natural de la Humanidad estudiados. En rojo, los que más masa forestal han perdido desde 2000. ALLAN ET AL/BIOLOGICAL CONSERVATION

Aquí, recuerdan los investigadores, el principal vector no han sido los humanos sino un insecto, el escarabajo del pino de montaña, que está diezmando los bosques americanos. Pero, incluso en este caso, los humanos podrían estar detrás. Cada vez son más las evidencias que conectan la plaga con el cambio climático. Con el calentamiento, el escarabajo se adentra cada vez más en latitudes y altitudes más elevadas. Además, con los inviernos más cortos, el porcentaje de larvas que sobrevive es mayor.

El estudio no incluye al cambio climático en su análisis de las amenazas contra los lugares Patrimonio Natural de la Humanidad. Tampoco mide el impacto de otras acciones humanas, como el furtivismo o el turismo. Como reconoce Allan: «Nuestros resultados son una subestimación, lo que aún es más preocupante. «Solo hemos valorado los daños hasta ahora. Con una población en aumento, infraestructuras y el cambio climático, las cosas irán a peor».

Fuente y fotografía: El País

6 febrero, 2017

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