El primer paso para enfrentarse a los desafíos que se presentan en la gestión del agua es crear una narrativa que motive a la población hacia un uso racional y eficiente de este bien de dominio público. Los expertos que intervinieron en el II Foro de la Economía del Agua, celebrado en Madrid, coinciden en que se trata de un factor crucial para garantizar un acceso equitativo y sostenible a este recurso.
El premio Nobel de Economía en 2001 y profesor de la Universidad de Berkley, George Akerlof, aseguró que la economía tiene que acercarse a lo que realmente piensan las personas, las “historias” que se cuentan y que están detrás de todas sus decisiones. Un enfoque que se aplica a todos los aspectos de la sociedad, incluido el sector del agua, como explica en su último libro, La economía de la manipulación, que firma junto a Robert J. Shiller.
“El planteamiento de los economistas es que la manera eficaz de lograr que la demanda de agua sea conforme a unas reservas limitadas es aumentar el precio hasta que esta se reduzca de acuerdo a las existencias disponibles”, dijo. Esta visión, según él, puede aplicarse también a la lucha contra el calentamiento global, ya que la imposición de un gravamen sobre emisión de gas invernadero, por ejemplo, podría disuadir de su utilización. “Puede que estos enfoques sean ciertos, pero esta perspectiva no tiene en cuenta otro aspecto: lo que hay que hacer para que la gente acepte estas iniciativas”, agregó.
El Nobel insistió en que, para que se adopten estas medidas, es necesario que las personas entiendan que los recursos de agua son limitados y la necesidad de actuar con urgencia. “Dentro de 80 años, los habitantes del futuro dirán: nuestros antepasados deberían haber tenido más cuidado”, argumentó.
Akerlof lamentó que los estadounidenses aún subestiman el problema del calentamiento global, como demuestra un reciente sondeo sobre las preocupaciones de los ciudadanos. “Los glaciares de Groenlandia o las capas de hielo del Antártico parecen tan lejanos y el tiempo para su desaparición tan largo que muy pocas personas tienen en la cabeza una historia que les empuje a comprometerse con esto ahora mismo”, protestó.
“La necesidad de reducir las emisiones para frenar el calentamiento global es lo que yo llamo la primera verdad incómoda”, agregó. “La segunda es que la gente cree que puede esperar para actuar y se necesitan políticas que fomenten la creación de historias adecuadas. Las historias son tan necesarias como las decisiones sobre suministro y precio. Y solo en ese momento dejaremos de ser manipulados”.
Gonzalo Delacámara, coordinador del departamento de Economía del Agua del Instituto IMDEA Agua, aplicó las teorías del premio Nobel al ciclo urbano del agua. “La mayor parte de las decisiones que tomamos se basan en incentivos, sin pensar si nos llevan a una actuación correcta”, explicó. “El sector del agua también está lleno de historias, pero en la mayoría de los casos son míticas: enfocamos mal los problemas, establecemos prioridades equivocadas y obtenemos resultados insostenibles e ineficaces”.
El experto sostiene que la mayoría de los desafíos del ciclo urbano en España “son invisibles”. Pese a que el saneamiento y el abastecimiento de agua potable sean universales, existen cuestiones de otra naturaleza que pueden minar la calidad de servicio en este país. Una de las principales dificultades es el envejecimiento de las infraestructuras, junto a un drástico desplome de las inversiones en mantenimiento durante la última década.
Delacámara invitó a desplazar el eje del debate de las “discusiones maniqueas e irrelevantes” sobre si el operador tiene que ser público o privado a los principios para la creación de modelos incluyentes, que sepan conciliar intereses particulares y beneficios para la comunidad, a través de una manera equitativa y sostenible de gestionar el recurso.
Carlos Mario Gómez, director del departamento de Economía de la Universidad de Alcalá, coincidió en que lo público y lo privado tienen que ser actores complementarios y no sustitutivos, aunque subrayó que “no hay que privatizar un problema que debe ser solucionado por el gobierno”.
El académico y el ejecutivo senior del CAF (Banco de desarrollo de América Latina) Gonzalo de Castro abordaron los retos para garantizar la financiación para la seguridad hídrica de las ciudades. “En la gestión del agua, tenemos intereses paleolíticos, instituciones medievales y tecnología del siglo XXI”, dijo Gómez. “Si queremos construir la seguridad hídrica, hay que crear incentivos para todos los sectores de la sociedad, para que todos colaboren en crear el bienestar colectivo”.
Fuente y fotografía: El País