Agricultura y medio ambiente son dos conceptos inseparables y condenados a entenderse. La práctica de una puede perjudicar o ser aliada de la segunda, una relación que en un escenario de cambio climático se hace más necesaria que nunca, por una lado para producir alimentos para una población cada vez en aumento y por otro para proteger nuestro entorno de manera sostenible.
Este es el objetivo de Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha, según señala a El Campo Jacinto Tello, responsable del Departamento de Medio Ambiente de la entidad, que explica que a lo largo de todo el mes de junio han desarrollado actos para “analizar la relación con el sector agroalimentario y el desarrollo sostenible”, con el fin de ver “de qué manera los agricultores y ganaderos, pero también los responsables de la cadena agroalimentaria y ciudadanos, pueden adaptarse a lo s cambios de los últimos años”.
Empezaron con la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio y acabarán el 5 de julio en Pedro Muñoz con la jornada “Intensificación Sostenible en el Sector Agroalimentario”, en la que Alfonso Rodríguez Torres, de la Oficina del Cambio Climático de Castilla-La Mancha, impartirá la ponencia ‘Cambio Climático y Agricultura, ¿cómo afectará a la producción?’.
Tello indica que la intensificación de los cultivos y la forma de producir y procesar alimentos ha contribuido a aumentar las emisiones de CO2 (sólo en 2013, la actividad agrícola supuso en la región 1,5 millones de toneladas de emisiones de efecto invernadero y 2,88 millones del sector agropecuario), aunque “el sector agroalimentario también puede luchar contra el efecto invernadero “por su importante potencial de absorción de dichas emisiones”.
Tello insiste en “los retos medioambientales” por parte del sector agroalimentario que pasan “por alimentar a una población creciente, gestionar el agua de forma más sostenible, mantener la competitividad industrial, mejorar la eficiencia de procesos y mitigación del cambio climático y minimizar el impacto ambiental de los envases”.
El geógrafo y climatólogo castellano-manchego, Jonathan Gómez, pone el acento en la falta de recursos hídricos “por el aumento de las temperaturas” y el inicio hacia un modelo climático en Castilla-La Mancha “con menos aportes de lluvia, más calor y precipitaciones más concentradas, incluso torrenciales, en los meses de invierno y otoño, con un menor volumen total”.
Según el experto se producirá “pérdida de suelo”, es decir, el arrastre de las partículas de la tierra por la erosión de las lluvias, así como la climatología “pondrá en cuestión muchos cultivos agrícolas”, tanto por las el “estrés climático” como por las enfermedades (hongos) derivadas de la humedad. Y se verán afectados tanto leñosos, frutales u hortícolas.
Por ello, Gómez apunta a la necesidad de “adaptase al nuevo clima” con desarrollos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
“Hay que empezar a acometer las medidas necesarias y sobre todo empezar a saber los efectos reales para que la adaptación sea certera”, apunta el climatólogo que también ve necesarias ayudas y “mecanismos flexibles” dentro de la implementación de políticas medioambientales para mitigar los efectos del cambio climático.
“Hay que adaptarse y ver qué tipo de cultivos son viables en el nuevo modelo ambiental”, sostiene Gómez y apuesta por una “agricultura sostenible” para evitar daños en espacios como las Tablas de Daimiel por cultivar maizales en su entorno.
La industria agrícola, como el transporte, a su juicio, han de guiarse por unas prácticas sostenibles y de respeto a la biodiversidad. “Todos los agricultores quieren que sus productos sean saludables, y la única manera es teniendo un medio ambiente y un clima sanos”.
El también asesor internacional de cambio climático apuesta también por las energías renovables (eólica, solar, hidráulica) en Castilla-La Mancha, una comunidad autónoma que, en su opinión, “podría ser líder en energía fotovoltaica”.
Fuente y fotografía: Lanza digital