Dos escenarios. Por uno, la demanda mundial por productos del mar seguirá aumentando con el correr de los años ya que se le identifica como un alimento saludable y más aun, se espera que los 7 billones de personas que hoy habitan el planeta lleguen a unos 9 billones a 2050, los que también presionarán la demanda al alza. Por otro, la industria chilena del salmón como se conoce actualmente tiene severas limitantes sanitarias, geográficas, de costos y de relacionamiento con otras actividades. ¿Qué hacer para enfrentar estos desafíos?
“Un grupo de empresas y ejecutivos nos reunimos para analizar esta situación y concluimos que una de las alternativas para que la industria chilena siga siendo líder a nivel mundial es aumentando su producción de manera sustentable y una de las formas más claras de hacerlo es haciéndolo en zonas expuestas, como el mar abierto, donde no existe el ir y venir de las corrientes mareales costeras y los conflictos con otros usuarios disminuyen”, dice el director ejecutivo del Nodo de Acuicultura de Zonas Expuestas, Alex Brown, iniciativa que cuenta con financiamiento de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) y que, silenciosamente, ha ido analizado los requerimientos para lograr esta apuesta de futuro.
Entonces, para posicionar centros de cultivos más allá de la línea del horizonte y producir peces en un espacio donde se reducirían conflictos con otras actividades, están proponiendo a la Corfo la ejecución de un Programa de Acuicultura Oceánica de largo plazo, en el cual están involucradas las empresas y entidades Sitecna, EcoSea Farming, Wallbusch, AEX Group, Innovex, Patagonia Wellboats, Huber, Keepex, la Universidad Católica de Valparaíso, la Universidad de Valparaíso y el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP).
Tecnologías 100% chilenas
No debe extrañar que en esta iniciativa solo estén participando compañías nacionales. “Estas empresas ya han estado trabajando en Chile y otros países en estas materias y algunas de ellas son líderes mundiales en sus ámbitos de trabajo. Además, hemos visto que cuando existen crisis como las que tenemos hoy, los más perjudicados son justamente los proveedores y, por ello, debemos buscar alternativas para lograr una actividad más estable”, agrega Brown.
Si bien para algunos estos temas podrían parecer futuristas, lo cierto es que varios países ya tienen bastante avanzado en materia de acuicultura oceánica. “Hoy vemos a grupos norteamericanos, noruegos, suecos, israelíes y japoneses desarrollando sistemas de cultivo para producir en alta mar. De hecho, a Chile han venido japoneses, canadienses, australianos y noruegos para analizar tecnologías para cultivos oceánicos”, comenta Brown, a quien no le llama la atención de que, por las economías de escala que se pueden lograr, en menos de 15 años se observen estos tipos de cultivo frente a las costas de, por ejemplo, Nueva York (Estados Unidos). “Si no avanzamos más rápido, es probable que nuestros mercados disminuyan. No tiene sentido importar salmón producido a 7.000 kilómetros si lo pueden producir más barato frente a sus costas, y ya están trabajando en ello”, advierte el director ejecutivo del Nodo.
Desafíos en alta mar
Aunque la idea suena bien, todavía quedan muchos desafíos tecnológicos, productivos y normativos por resolver. Y cómo no, poco se sabe de las condiciones de ola mar adentro, de la disponibilidad de oxígeno en la columna de agua o del nivel de corrientes marinas. “La idea es contar con balsas jaula que se puedan sumergir cuando las condiciones climáticas sean adversas. La alimentación tendría que ser submarina y, por ejemplo, la mortalidad tendría que ser almacenada dentro del mismo pontón hasta su extracción. La operación debería ser lo más automática posible, con la idea de que los trabajadores pasen el menor tiempo posible en el centro y que se pueda operar por control remoto”, visualiza Alex Brown, quien agrega que parte de las soluciones ya están siendo abordadas por los integrantes del Nodo.
“Hoy en Chile tenemos varios desarrollos. Por ejemplo, ya existen balsas jaula sumergibles a escala comercial que soportan condiciones de mal tiempo extremas e incluso tsunamis. También se planifica trabajar en el desarrollo de pontones para zonas expuestas, sistemas de control remoto, alimentación submarina y en sistemas de alarmas tempranas online, por nombrar algunos”, detalla Brown.
Quizás la limitante más fuerte que hoy existe se relaciona con la disponibilidad de Áreas Aptas para la Acuicultura (AAA) en ambientes oceánicos. En general, no existen más allá de la primera milla. “Queremos que el Estado permita nuevas AAA en lugares donde no existan conflictos con otras actividades. Para ello tenemos planificado recabar información ambiental que presentaremos oportunamente a las autoridades”, recalca el director ejecutivo del Nodo, añadiendo que ese tipo de centros que están planificando podrán ser instalados a seis, diez o más millas de la costa, dependiendo de las profundidades y aprovechar el inmenso mar del cual dispone nuestro país y del cual solo aprovechamos una pequeña fracción.
Por mientras, esta organización está postulando ante la Corfo el Programa de Acuicultura en Zonas Expuestas, el cual le permitirá un financiamiento de largo plazo para resolver los principales desafíos que se podrían enfrentar en el mar abierto.
En ese sentido, los participantes de la propuesta estiman que parte de los problemas de la salmonicultura pueden ser solucionados con el cultivo en zonas expuestas y están dispuestos a cofinanciar el desarrollo del programa de manera sustancial, ya que sienten que es el futuro de la acuicultura marina.
Fuente y fotografía: Aqua