Cada año, durante la primavera y el verano, la capa de agua helada que flota sobre el océano Ártico se derrite y en el otoño e invierno sufre el proceso contrario. La capa de agua congelada suele alcanzar su máximo entre febrero y abril. Sin embargo, este invierno, por segundo año consecutivo, la extensión máxima de la capa de hielo durante el invierno ha alcanzado su récord mínimo, según afirman los científicos de la NASA y del Centro Nacional de Nieve y Hielo (NSIDC, por sus siglas en inglés).
Este pasado 24 de marzo la capa de hielo alcanzó los 14,52 millones de kilómetros cuadrados, un nuevo récord de la extensión invernal más pequeña que ha alcanzado. El año pasado fue ligeramente superior, con 14,54 millones de kilómetros cuadrados. Las 13 extensiones máximas de menor superficie se han registrado en los últimos 13 años.
Precisamente ha sido en los meses de diciembre, enero y febrero en los que se han registrado las temperaturas más altas a nivel global y en el Ártico. Probablemente el calentamiento atmosférico haya contribuido a esta escasa extensión de la capa de hielo. Walt Meier, científico del hielo en la NASA, señala que la temperatura del aire en estos meses ha estado hasta 10 grados por encima de la media en las zonas donde la capa de hielo es más delgada, y que el patrón que ha seguido el viento en enero y febrero tampoco ha ayudado al engrosamiento del hielo porque han traído aire cálido del sur.
Sin embargo, Meier sostiene que lo que será determinante en la extensión de la capa de hielo será el calentamiento del océano. «Es posible que continuemos viendo estas extensiones máximas tan escasas porque, aparte del calentamiento de la atmósfera, elagua de los océanos también lo está sufriendo. Esto no permitirá que el hielo se expanda hacia el sur tanto como solía ser habitual», indica.
A pesar de que este récord no significa necesariamente que en verano también haya otro récord de extensión mínima, sí se está viendo una tendencia decreciente relacionada con el calentamiento global. Meier explica que la extensión máxima de la capa de hielo en el Ártico suele variar mucho dependiendo de las temperaturas del invierno, pero desde 1979 esa tendencia ha producido una pérdida de más de 990.000 kilómetros cuadrados de hielo.
El hielo del Ártico desempeña un papel clave en el mantenimiento de la temperatura del planeta y su superficie blanca refleja la luz solar que de otra manera sería absorbida por el océano. No obstante, este efecto es más relevante en verano que en invierno, ya que durante meses no amanece en el Círculo Polar Ártico. Es en los meses más fríos cuando se nota más el impacto del hielo que no se ha creado, ya que las aguas abiertas calientan la atmósfera al estar a mayor temperatura que el aire.
Fuente y fotografía: El Mundo