La ley de Cambio Climático que prepara el Gobierno impondrá reducciones de emisiones de gases invernadero en diferentes sectores (transporte, agricultura, edificación y otros), según informó Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura y Medio Ambiente. La ley nace para que se cumpla el Acuerdo de París contra el calentamiento, firmado en el 2015, y tendrá incidencia en un amplio abanico de actividades, “que deberán hacer un esfuerzo” para recortar esos gases, pues “en definitiva, todo el mundo tiene que hacer su aportación”, dijo la ministra.
García Tejerina ha entablado conversaciones con este fin con el titular de Energía, Álvaro Nadal, según confirmó este último. Además, se han producido contactos con el grupo de Ciudadanos, con quien ya se trató este asunto en el pacto de investidura. Una buena parte de los partidos políticos incluyeron esta propuesta en su programa electoral, por lo que se juzga factible que la ley salga adelante sin excesivos problemas. Nadal estimó que su redacción deberá capitaneado por Medio Ambiente.
La ley deberá ser un instrumento clave para materializar los compromisos de España con la UE. La propuesta europea de reparto interno de esfuerzos asigna a España un recorte de emisiones del 26% para el 2030 con relación al 2005 para los sectores que no son la gran industria (transportes, edificación, agricultura…). Diversas organizaciones sociales han venido reclamando que esta ley incida en aspectos como el desarrollo de las energía renovables, que han sufrido un fuerte parón en España los últimos años; la introducción de una fiscalidad ambiental sobre combustibles fósiles (como propone la ley catalana, ahora en fase de discusión en el Parlament), y establezca medidas para mejorar la eficiencia energética. La ministra eludió dar concreciones y dijo que “debemos hablar con muchos sectores y ver la relación coste-beneficio” de las posibles medidas.
El Gobierno, en cambio, rechaza, por ahora, elaborar una estrategia para disminuir drásticamente las emisiones para el año 2050 y marcar así la senda para la plena descarbonización de la economía a mitad de siglo, como empiezan a abordar algunos países como solución para evitar una subida de temperaturas de más de dos grados (con respecto a las de la época preindustrial). Estas metas a largo plazo son una opción que permite el Acuerdo de París para los países que quieran incrementar la ambición de sus planes de acción climática (ahora centrados en el horizonte del 2030).
Alemania ya acordado recortar estas emisiones un 80% para el 2050; la Administración Obama ha planteado reducirlas entre un 80% y un 95% para esa misma fecha, y Francia, México, Canadá y Costa Rica han presentado en la conferencia sus planes en esta misma dirección. Precisamente ayer nació una plataforma de 20 países, 15 ciudades y casi 200 empresas que intentan imaginar cómo será esa sociedad descarbonizada (transportes, producción de energía, industria…) para el 2050, y que ha sido promovida por la negociadora francesa Laurence Tubiana. Entre los países están Brasil, Canadá, EE.UU., Francia, Alemania, Perú o Gran Bretaña.
Sin embargo, el ministro Álvaro Nadal replicó que el trabajo de España debe centrarse en metas más inmediatas. “La UE ya las ha fijado para el 2020; se están definiendo para el 2030; ya llegaremos al 2050”. Nadal participó en la firma de un acuerdo de colaboración para impulsar las interconexiones eléctricas entre Marruecos y la UE, con el fin de favorecer a las energías renovables, según dijo.
David Howell, portavoz de la oenegé SEO/Bird Life, opinó que la nueva ley debe marcarse como meta lograr un balance de emisiones cero para mitad del siglo, de manera que no se arrojen más gases de los que la naturaleza pueda absorber. “España, como uno de los países más vulnerables al cambio climático, debe pensar y debatir qué quiere hacer para el 2050, pues el calentamiento es una amenaza para la biodiversidad, la economía, el empleo y la calidad de vida”. Howell pidió que la nueva ley sea pactada con las comunidades autónomas. “Lo relevante es que las ciudades y regiones están siendo nuevos actores clave en la transición energética. Necesitamos compromisos para el 2050, que haya una planificación y que los inversores tengan claro a qué atenerse. Debemos conectar las metas a corto plazo y a largo plazo, para tener una senda que nos acerque a una sociedad descarbonizada a mitad de siglo”, dijo el eurodiputado Florent Marcellesi (Equo).
Nadal prevé “menos carbón”
El ministro de Energía, Álvaro Nadal, indicó que no hay ningún plan para cerrar las centrales de carbón en España, principales causantes de que las emisiones de gases aumentaran un 3,5% en el 2015. Greenpeace pidió ayer cerrar las 25 térmicas de carbón antes del 2025. “Habrá menos uso del carbón; pero eso lo va a fijar el mercado, porque será un tipo de producción más costosa en términos económicos y ambientales” (precio del mineral y de derechos de emisión de CO2 ), replicó Nadal. El ministro apuntó que la fotovoltaica en España tendrá un nuevo desarrollo a través de subastas, pues ofrecen precios de electricidad competitivos. Sobre el impuesto al sol que grava el autoconsumo con renovables, dijo que sólo tendrá luz verde el “autoconsumo eficiente”, el que no traslada los costes a los demás consumidores (que paguen el uso de la redes). ¿Puede perjudicar el autoconsumo al sistema eléctrico? “Sí. Es como si yo tengo un apartamento en la playa, y pago sólo cuando voy y los vecinos me lo pagan cuando no voy”. Nadal no cuenta el ahorro de energía y el abaratamiento de costes del autoconsumo con fuentes renovables.
La declaración pide un compromiso mayor contra el calentamiento
Los casi 200 países participantes en la cumbre de la ONU dieron ayer su apoyo a la declaración de Marrakech, impulsada por el Gobierno de Marruecos, y en la que se hace un llamamiento a un “más alto compromiso político para combatir el cambio climático”. El documento se ha presentado al margen de la negociación del convenio de cambio climático y tiene, sobre todo, un valor político. La conferencia se cierra hoy, y el resultado de sus negociaciones tiene como principal interrogante aclarar cómo se conforma el fondo de adaptación para continuar las ayudas a los países más vulnerables al cambio climático. Este fondo se encontraba ahora con pocos recursos económicos, pero se solapa con el fondo verde para el clima creado en París, por lo que busca una fórmula coordinada de funcionamiento.
La declaración incluye el compromiso de todos los asistentes a seguir promoviendo la acción climática antes del 2020 y a responder a las necesidades de los países en vías de desarrollo. Los países industrializados se comprometieron a ir aumentando estas partidas hasta movilizar 100.000 millones de dólares en el 2020 para reducir la vulnerabilidad al cambio climático de los países menos adelantados.
El documento, leído en sesión plenaria por el jefe de negociadores de la delegación marroquí, Aziz Mekuar, asume que el clima “está calentándose a un ritmo alarmante y sin precedentes” y que es urgente una respuesta. A la vez, se destaca que se ha apreciado “un impulso extraordinario” en la lucha contra el calentamiento. “Este impulso es irreversible” y “está siendo conducido no sólo por los gobiernos, sino también por la ciencia, las empresas y la acción global de todos los tipos y niveles”.
También se ve urgente la necesidad de reforzar la cooperación para cerrar la brecha que hay entre las actuales trayectorias sobre el crecimiento de gases invernadero y la senda necesaria para parar el aumento de temperaturas a largo plazo recogidas en el acuerdo de París.
El texto hace un llamamiento a incrementar el volumen, el flujo y el acceso a la financiación de los proyecto climáticos, y a reforzar las capacidades y esfuerzos de los países desarrollados hacia los más necesitados. “Este manifiesto es una señal que indica el paso hacia una nueva era de acción por el clima y el desarrollo sostenible”, dijo Mekuar en la sesión plenaria a la que asistió el presidente de la conferencia, Salaheddin Mezuar, y la secretaria ejecutiva de la convención marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, Patricia Espinosa.
Por otro lado, los principales países en vías de desarrollo, agrupados en el denominado grupo Basic, que reúne a China, India, Brasil y Sudáfrica, emitieron una contundente declaración conjunta en la que subrayaron lo “irreversible” de los compromisos climáticos. El acuerdo de París, que entró en vigor el pasado 4 de noviembre, no puede ser renegociado, afirmaron en una declaración conjunta leída en la conferencia. Su postura se interpreta claramente como un mensaje al presidente electo de EE.UU., Donald Trump. El texto indica que “no puede darse un paso atrás por parte de países desarrollados”, en otra alusión apenas velada a Trump, conocido negacionista del cambio climático.
Fuente y fotografía: La Vanguardia