Un nuevo estudio sobre el uso de Twitter concluye que es una buena herramienta de predicción de los daños materiales en un desastre natural. La actividad en la red social incluso predice las zonas más afectadas por la catástrofe más rápido que la Agencia Federal para el Gestión de Emergencias de los Estados Unidos, según un estudio publicado hoy en Science Advances.
“Se trata del primer estudio que correlaciona la actividad en Twitter con la evaluación de los daños materiales de un desastre natural”, destaca Manuel Cebrián, coordinador del estudio e investigador de la Organización del Commonwealth para la Investigación Científica e Industrial (CSIRO) en Australia. El científico, que también ha estudiado algunas epidemias y el paro con datos publicados en redes sociales, advierte que no siempre existe una correlación directa entre lo que se propaga en internet y la vida real.
Los autores del trabajo se centraron en el huracán Sandy, uno de los más costosos de la historia de los Estados Unidos. A finales de 2012 la tormenta provocó 147 muertos, desperfectos en más de 650.000 edificios y unos 8,5 millones de personas se quedaron sin electricidad, según datos del Centro Nacional de Huracanes. En total los daños materiales ascendieron a más de 50.000 millones de dólares.
Los investigadores observaron la respuesta digital de 50 áreas metropolitanas de los Estados Unidos entre el 15 de octubre y el 12 de noviembre de 2012. Después de filtrar los mensajes con contenido original de los de apoyo a los afectados, los científicos analizaron 9,7 millones de tuits geolocalizados de 2,2 millones de usuarios únicos que contenían las palabras clave Sandy, tormenta, huracán, y frankestorm, como se bautizó el episodio por la cercanía a la celebración de Halloween.
El análisis estadístico de las variables de espacio, tiempo y tema demostró que el número de tuits crece lentamente hasta la aparición de un pico brusco que coincide con el paso del huracán por esa zona, seguido por un declive gradual en los niveles de actividad.
La traducción a dólares
Los estudios a partir de datos extraídos de las redes sociales se acostumbra a centrar en análisis de tendencias, emociones o estados de ánimo de los usuarios. En cambio, Esteban Moro, coautor del estudio y profesor de matemáticas de la Universidad Carlos III de Madrid, comenta que su objetivo final era medir los dólares de impacto económico.
La actividad en Twitter presentó una correlación con el presupuesto de las ayudas federales para la reconstrucción de los daños en 30 comunidades geográficas. En cambio no se correlacionó con lo que las personas afectadas pedían a las autoridades federales. “La gente tuitea de manera muy honesta pero no pide la indemnización económica de forma muy objetiva”, comenta Cebrián sobres los resultados.
“La gente tuitea de manera muy honesta pero no pide la indemnización de forma muy objetiva”
Los investigadores también analizaron una docena de desastres naturales más entre inundaciones, tornados, movimientos de tierra y terremotos. Todos estos eventos mostraron una correlación de “moderada a fuerte” entre actividad en la red social de microblogging y los daños materiales.
A diferencia de los medios de comunicación convencionales, Twitter y Facebook se utilizan cada vez más y permiten recoger “datos gratis a una escala sin precedentes”, recuerda Moro. En Estados Unidos la penetración de estas herramientas es “altísima”, mucho mayor que en España; “Nueva York es la ciudad del mundo donde se producen más tuits por segundo”, cuenta.
“Nueva York es la ciudad del mundo donde hay más tuits por segundo”
Los autores del estudio comentan que su modelo “debería funcionar” en situaciones parecidas en relación al uso de Twitter y magnitud del desastre natural. Aunque por ahora el margen de error es del 20% y todavía hay camino por recorrer. Si se podrá utilizar en un futuro para agilizar la evaluación de daños materiales, “es una pregunta abierta a nivel científico”, admite Cebrián. De momento este modelo podría complementar otros modelos predictivos en la evaluación y recuperación las infraestructuras dañadas.
Fuente y fotografía: La Vanguardia