Las actividades humanas continúan agravando el deterioro de los humedales pese a la protección que les ofrece el Convenio de Ramsar, de cuya firma se cumple hoy 2 de febrero, Día Mundial de estos ecosistemas húmedos, 50 años.
Esta convención tiene la misión de actuar como un «paraguas» para los humedales, considerados como «los mejores indicadores de calidad ambiental» según han explicado a Efeverde investigadores como Santos Cirujano, del Real Jardín Botánico (RJB-CSIC), quien achaca su declive a «la creciente demanda hídrica de las actividades agrícolas, que consumen el 70 % del agua a nivel mundial».
Cirujano ha advertido de que «no hay mucho que celebrar» en este 50 aniversario, pues «la salud de los humedales empeora al mismo ritmo que aumenta la contaminación mundial», por lo que «es necesario un toque de atención si queremos conservarlos».
De hecho, para destacar la importancia de estos valiosos pero frágiles espacios naturales, la frase que suscribe Ramsar este año es ‘Agua, humedales y vida’, recuerda este investigador, para quien el convenio es «en realidad, una lista de prestigio» que integra las zonas húmedas más importantes del mundo, pero «sólo funciona si los estados miembros se implican», porque el tratado «no obliga a que se recupere o conserve un humedal determinado». Este botánico ha apelado a «uno de los valores fundamentales en la UE: la conservación de la calidad de vida», asociando esta aspiración al medioambiente, con cuya salud «está directamente relacionada», motivo por el cual «la calidad del agua y del aire deben ser el foco principal de las políticas ambientales» para los países europeos.
Todos ellos «están obligados a conservar su medio natural» y España «debería liderar este esfuerzo teniendo en cuenta que es el país con mayor biodiversidad del Viejo Continente».
También preocupado se muestra Miguel Álvarez, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), quien ha calificado el convenio Ramsar como «un iniciativa multilateral bienintencionada», aunque a la hora de la verdad «a la gente no le importa nada los humedales, vive de espaldas a ellos».
Esto es porque tradicionalmente han sido considerados como «lugares inhabitables y focos de paludismo» lo que, unido a su progresivo deterioro, «lleva a su desaparición». De hecho, el retroceso de estos ecosistemas húmedos «se ha acelerado en el último siglo», por lo que su recuperación sólo puede plantearse como «un objetivo a largo plazo» para el cual será imprescindible la educación ambiental.
Las Tablas de Daimiel y Doñana
Un caso claro es el de las Tablas de Daimiel que «en la actualidad pueden llegar a tener unos 25 kilómetros cuadrados inundados pero en el siglo XIX cubrían una superficie superior a los 150 kilómetros cuadrados».
Este retroceso se ha producido «en menos de 100 años» y según Álvarez está directamente relacionado con «la explotación del acuífero 23 y la contaminación de tipo orgánico»: nitratos, detergentes y fosfatos presentes en las aguas residuales urbanas.
Otro ecosistema afectado es Doñana, «un espacio con problemas de contaminación de origen químico» debido a «la agricultura intensiva», que utiliza el recurso hídrico para «regar cultivos muy demandantes de agua» pero que se mantienen porque son «muy lucrativos», como el de la fresa.
Convención Ramsar sobre Humedales
La secretaria general de la Convención Ramsar sobre los Humedales, Martha Rojas Urrego, ha aprovechado este día para recordar que «menos del 1 % del agua del planeta es dulce y en su mayoría está almacenada en humedales», unos espacios que «acogen al 40 % de las especies del planeta pero desaparecen tres veces más rápido que los bosques».