La emisión de CO2 no debe ser un tema subestimado, al ser uno de los gases principales que retienen el calor en la atmósfera y no ser controlado, producirá un desequilibrio drástico en el cambio climático, infoma Regeneración.
“Lo más triste es descubrir que, aun haciendo todo lo que podamos por reducir, va a morir gente”, detalla Camilo Mora, profesor Geografía en la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad de Hawaii.
Los glaciares se están derritiendo, el nivel del mar aumenta, las selvas se están secando y la fauna y la flora luchan al igual que el ser humano luchan por adaptarse a estos cambios. Las temperaturas medias globales se han visto inmersas en un proceso de modificación exponencial que de no ser contrarrestadas, pondrán en riesgo la sobrevivencia humana.
Estudios revelan que 30% de la población mundial está expuesta a sufrir un calor potencialmente mortal durante 20 días al año o más, todo esto relacionado a la emisión de gases invernadero que poco a poco ha ido modificando nuestro ciclo de vida.
La preocupación de los expertos se basa en que aún reduciendo las emisiones, el 48% de la población será susceptible de sufrir olas de calor mortales.
Científicos han revisado 911 estudios, publicados entre 1980 y 2014, con datos de ciudades o regiones donde las muertes humanas se asociaban a altas temperaturas. En ellos, los autores identificaron 783 casos donde el aumento de la mortalidad se asociaba al calor en 164 ciudades de 36 países.
En Chicago, en 1993, una ola de calor provocó la muerte de más de 700 personas en cinco días. En París, en 2003, murieron casi 2.000 personas. En Moscú, en 2010, unos 5.000 fallecidos.
Este es un tema realmente preocupante, pues el aumento de las temperaturas generará la desaparición de muchas especies, ente ellas la humana al no poder adaptarse de forma.
“Hay lugares donde la gente se muere a 22º y otros donde muere a 33º, lo que determina esa diferencia es la humedad”, afirmó Camilo Mora.
Investigaciones afirmaron que 2015 fue el año más cálido de los últimos 136 años, así lo corroboró la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y la NASA en su informe anual.
Es por eso que se deben implementar mecanismos urgentes para contrarrestar la emisión de estos gases, de no ser así, el saldo será incalculable.