La decisión sobre la permanencia de Estados Unidos en el Acuerdo de París contra el Cambio Climático ha dividido a la Casa Blanca. El gabinete de Donald Trump, partido en dos, suspendió este martes la reunión definitiva para determinar si se abandona el pacto sellado ya por casi 200 países y que Trump ha criticado en numerosas ocasiones. Las divisiones han hecho que el presidente retrase su decisión hasta después de la reunión que el G-7 celebrará a finales de mes en Italia, en vez de anunciarlo antes como prometió, tal y como informa El País.
Este martes, el portavoz de la Casa Blanca Sean Spicer declaró que el presidente “quiere seguir reuniéndose con su equipo hasta determinar qué es lo mejor para Estados Unidos”. Sin embargo, la incertidumbre se ha intensificado justo en un momento de grandes presiones para que Trump mantenga a EE UU, el segundo país más contaminante del mundo, dentro de un acuerdo internacional histórico para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Tanto la Unión Europea como varios países miembros del pacto solicitaron en los últimos días que EE UU no lo abandone. También lo han hecho las principales empresas e inversores del mundo, temerosos de la señal que puede enviar Washington si abandona su compromiso a favor del clima.
Trump tomará la última decisión tras escuchar a los dos bandos que se han creado en la Casa Blanca a favor y en contra del pacto. El primer grupo, liderado por su asesor principal, Steve Bannon, y el director de la Agencia de Protección Ambiental, Scott Pruitt, defiende que el acuerdo es malo para EE UU. En el lado opuesto se encuentran el Secretario de Estado, la hija de Trump, Ivanka, y su esposo Jared Kushner, ambos asesores del presidente, así como el secretario de Energía, Rick Perry. Éstos defienden que EE UU puede revisar su compromiso sin necesidad de abandonar el pacto ratificado en 2015.
La brecha entre ambos grupos parece haberla creado uno de los artículos del Pacto de París, que contempla que los países participantes “pueden ajustar, en cualquier momento,» el nivel de emisiones al que se comprometen. Los partidarios a salir del acuerdo argumentan, según fuentes consultadas por los medios estadounidenses, que EE UU no puede revisar a la baja sus emisiones sin enfrentarse a una querella. El otro bando, sin embargo, afirma que eso es precisamente lo que reconoce este artículo y que Trump puede anunciar una reducción menor de la prevista sin salir del marco de París.
A pesar de que varias organizaciones por la defensa del medio ambiente ya han amenazado con denunciar a la Administración Trump si abandona el Pacto del Clima, esas demandas tendrían como argumento su negligencia al no defender la seguridad ambiental de los estadounidenses. El Acuerdo de París, tal y como fue ratificado, no tiene ninguna competencia legal sobre las políticas de cada uno de los países que lo forman, por lo que no hay una institución a la que se deba enfrentarse EE UU —ni ningún otro país— si abandona el acuerdo.
La principal consecuencia, y la más tangible, sería la marcha atrás en el compromiso para rebajar las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Los planes de Barack Obama contemplaron una reducción de las emisiones contaminantes de entre un 26% y 28% para 2025 con respecto a los niveles de 2005. Ahora que Trump ha cancelado esas políticas, EE UU solo lo reduciría un 14%, si abandona el pacto de París, y hasta un 21% en el caso de que permanezca, según estimaciones de la consultora Rhodium Group.