La próxima vez que un sofisticado coche deportivo te adelante en la autopista o escuches el rugido de un avión que te sobrevuela, piensa en este escenario: un mundo en el que ambos funcionen con la madera como combustible.
La madera y la energía son un fósforo natural y hoy, que celebramos el Día Internacional de los Bosques, no hay límites cuando imaginamos un futuro alimentado por la leña. De hecho, a finales del año pasado, una aerolínea norteamericana afirmó haber realizado el primer vuelo comercial con combustible a partir de los trozos de cepas y ramas que quedaron tras la transformación de la madera. Es solo un ejemplo de cómo se reciclan los subproductos y residuos de la silvicultura para transformarlos en diferentes tipos de energía maderera.
Pero a pesar de lo emocionante que pueda resultar imaginar ese futuro, no podemos olvidarnos del presente y del papel tan crítico que los árboles juegan en muchos aspectos de la vida cotidiana.
Uno de cada tres hogares —cerca de 2.400 millones de personas— dependen de la madera para calentar sus hogares, hervir el agua potable y cocinar comidas sanas y nutritivas. Esto da una idea de lo crucial que es la madera para la seguridad alimentaria y el bienestar de la gente. Además, hay otros 65 millones de personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares por desastres naturales o conflictos que también dependen de la leña para sobrevivir. En total, alrededor del 50% de la madera producida en todo el mundo se utiliza como energía para satisfacer necesidades básicas como cocinar, calentarse y generar electricidad.
Hay, sin embargo, otras historias, a menudo trágicas, detrás de estas cifras. Más de 4,3 millones de personas mueren cada año por la contaminación en interiores causada por combustibles sólidos como el carbón y la leña. Es un peaje mayor que el causado por la malaria, el VIH / SIDA y la tuberculosis juntos.
Para hacer frente a este problema, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) trabaja con otros organismos de las Naciones Unidas para promover estufas de madera y carbón limpias y eficientes, que reducen la contaminación interior al quemar menos leña. Esto a su vez reduce la carga sobre las mujeres y las niñas que, a menudo arriesgando su seguridad por el camino, se ven forzadas a caminar largas distancias para encontrar suficiente combustible de este tipo para el uso diario de su familia.
Utilizar leña como combustible sigue siendo más amable con el medio ambiente que otros como el carbón, el petróleo y el gas natural
Pero, por encima de todo, no debemos perder de vista el hecho de que la leña utilizada como combustible sigue siendo más amable con el medio ambiente que los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural. Los producidos a partir de leña, incluido el carbón vegetal, representan aproximadamente el 40% de los actuales suministros globales de energía renovable (tanto como la energía solar, la hidroeléctrica y la eólica combinadas). La producción sostenible y el uso eficiente de la madera tienen el potencial evidente de ayudarnos a alcanzar muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: desde promover la seguridad alimentaria y la igualdad de género para mejorar el acceso a la energía, a promover el crecimiento económico pasando por la ordenación forestal sostenible.
Los bosques del mundo también son de vital importancia para combatir el cambio climático y, de ese modo, ayudarnos a alcanzar otro ODS. Los árboles pueden usarse como un doble arma en ese sentido: por un lado, son capaces de eliminar y almacenar grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera. Y además, cuando se utilizan como combustible, producen menos emisiones de carbono que los fósiles.
De hecho, una parte importante de nuestro trabajo en el Departamento Forestal de la FAO consiste en apoyar a los países a desarrollar sus propias políticas y las estrategias que les ayuden a utilizar sus bosques de manera más sostenible, reduciendo al mismo tiempo las emisiones y mitigando el cambio climático.
Es alentador ver que las tecnologías innovadoras –—como las que convierten ramas en combustible para motores— son cada vez más numerosas. Invertir más en estas prometedoras nuevas tecnologías, y mantener una gestión sostenible de los bosques serán las claves para asegurar que la madera crezca como fuente importante de energía renovable. Esto, a su vez, ayudará a garantizar un futuro sostenible y una economía más ecológica.
Fuente y fotografía: El País