La energía solar, que durante 2016 se ha abaratado más de un 75%, ya es más barata que cualquier otro tipo de energía producida con carbón, petróleo o gas. Pero no es suficiente. Si la energía solar quiere ser un actor mundial a tener en cuenta necesita ser más rentable que en otras fuentes de energía a corto plazo: y ya lo tenemos. En casi 60 países, la energía solar es la energía más barata se mire como se mire.
La batalla de la energía se da en el largo plazo
Proyección de energía solar acumulada para 2019
Medida utilizada en megavatios (mw)
Pese a que normalmente nos fijamos en el precio de producción del kilovatio hora, ese no es el precio más interesante de cara a la adopción de las energías renovables. Al menos, en un contexto como el actual en el que las renovables no disponen de subvenciones para costear las inversiones.
Los sistemas energéticos con estructuras gigantes en las inversiones se hacen con decenas de años de previsión. Por eso, la adopción de las energías renovables es lenta: una vez construida una central nuclear (o de cualquier otro tipo) no es viable apagarla hasta el fin de su vida útil. Si se hiciera, normalmente no se recuperaría la inversión.
Es decir, que si queremos estudiar con detalle cómo va a evolucionar la composición del mercado energético, debemos fijarnos en cuánto cuesta poner en marcha cada energía desde cero. La rentabilidad a corto y medio plazo de las centrales energéticas es clave en la decisión final de los empresarios y de los políticos; o, dicho de otra manera, una energía muy barata de producir que requiera una inversión inicial muy alta no llegará a adoptarse nunca.
La energía solar entra en el juego por todo lo alto
«La energía solar no subvencionada está empezando a sacar del mercado al carbón y al gas natural y, notablemente, los nuevos proyectos solares en los mercados emergentes están costando menos que los eólicos» decía hace unas semanas un informe de Bloomberg sobre la industria energética.
Y, efectivamente, en casi sesenta países emergentes el precio medio de las instalaciones solares necesarias para producir cada megavatio ya ha caído a 1.650.000 dólares, por debajo del 1.660.000 que cuesta la energía eólica. Esto significa que los países emergentes (los que iban a suponer un mayor crecimiento de emisiones de CO2) se van a volver hacia una energía solar totalmente imparable.
Fuente y fotografía: Ecoportal