La revista científica Ambio acaba de publicar un volum especial en el que por primera vez se relacionan las desigualdades de género con los cambios climáticos y ambientales. La investigación analiza cómo las consecuencias de estos cambios y las posibles respuestas a ellos son distintas entre hombres y mujeres, siendo imprescindible que ambos géneros tengan las mismas oportunidades y derechos dentro de sus comunidades. “Para que las sociedades humanas sean capaces de adaptarse mejor al cambio ambiental global será necesario eliminar estas diferencias y empoderar a las mujeres, y a otros colectivos desfavorecidos, en sus comunidades”, explica Federica Ravera, investigadora del CREAF y del Insituto de Ciências Agrárias e Ambientais Mediterrânicas (ICAAM) de Portugal, y coordinadora principal de este número de la revista.
Las autoras de la publicación también destacan que la capacidad de recuperarse, adaptarse o innovar para responder a los cambios ambientales es muy distinta en cada grupo social. Por ello es necesario considerar la interacción del género con otros múltiples elementos de discriminación como la edad, la posición social y económica, la etnia o la educación, la sexualidad o las discapacidades. “Así podremos detectar y entender los casos de personas y comunidades más desfavorecidas y transformar la visión que tenemos de ellas, de víctimas a agentes de cambio. Además, considerando conjuntamente estos factores se podrán replantear las políticas actuales, normalmente muy generales y simples, y desarrollar otras más eficaces e inclusivas para cada realidad”, comenta Ravera.
Una colección de nueve casos de estudio internacionales sobre distintas sociedades y ecosistemas
La publicación, coordinada conjuntamente por el CREAF, la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Basque Centre for Climate Change (BC3) en el País Vasco, y la Universidad Leuphana de Lüneburg.
En Alemania, recoge dos editoriales de síntesis, dos artículos teóricos y nueve casos de estudio. Éstos últimos abarcan varias sociedades y ecosistemas: desde los vaqueros y sus pastos en Estados Unidos hasta la Suecia de los indígenas sami y sus renos; las comunidades ganaderas y agrícolas de África; el uso y el conocimiento de plantas medicinales en comunidades indígenas de la Amazonia; el estudio de la diversidad de cultivos y variedades agrícolas en la India, o los pescadores de las Islas Salomón.
En los nueve casos de estudio, se ha evaluado la vulnerabilidad a algún tipo de cambio ambiental, la capacidad de recuperarse, o la de adaptarse a él, dependiendo de cada contexto. Así se ha demostrado que cuanto más equitativas sean la división del trabajo y los roles que sus individuos desempeñan en su comunidad, las responsabilidades en la toma de decisiones, las relaciones de poder en la gestión de recursos naturales y el acceso al conocimiento, mejor se podrá responder a estos cambios ambientales.
Desde Norteamérica a Suecia, pasando por África, Asia y hasta las islas Salomón
Por ejemplo, hay comunidades como los indígenas sami, dedicados al pastoreo de renos en Suecia, o los vaqueros del sur de los EEUU, donde las mujeres juegan un rol absolutamente invisible pero fundamental en sus grupos. Además de encargarse de varias tareas en la gestión del ganado, en ambos estudios se destaca que son ellas las responsables de transmitir el conocimiento dentro de su grupo y entre generaciones, algo absolutamente necesario para asegurar su supervivencia.
Otro estudio, realizado en comunidades del altiplano de Etiopia, destaca que las mujeres suelen tener menor acceso a las instituciones locales y a las tomas de decisiones dentro de sus comunidades, cosa que puede afectar a la respuesta ante crisis ambientales. En estos grupos, la gestión de los pastos comunales corresponde exclusivamente a los hombres, que en épocas de sequía prefieren vender su ganado. En cambio, las mujeres aplican estrategias a más largo plazo y priorizan la alimentación de vacas lecheras y ovejas para tener alimento para los niños y los becerros.
La publicación también incluye un estudio liderado desde el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB) donde se demuestra que las mujeres de la tribu amazónica Tsimane conocen una mayor diversidad de plantas útiles para tratar enfermedades. Sin embargo, el hecho que ambos géneros conozcan distintas plantas para un mismo tratamiento sugiere que aunando estos conocimientos, los tsimane pueden ser mucho más capaces de recuperarse y adaptarse a los cambios que sufre la Amazonia.
No sólo el género explica las desigualdades y la respuesta a los cambios
El estudio que ha liderado Federica Ravera en la India, muestra uno de los mensajes clave de toda la publicación. Las investigadoras han visto que otros factores además del género, como la casta, la educación, la clase social, o el acceso a la tierra, son definitorios a la hora de intentar mitigar y adaptarse a los cambios ambientales. En las mismas comunidades del Himalaya, sólo las mujeres con mayor acceso a la tierra y a la educación son capaces de conservar la biodiversidad agrícola y la capacidad de respuesta a cambios ambientales. Esto ocurre en particular cuando ellas mantienen un control sobre la toma de decisiones y las actividades agrícolas, uniendo sus fuerzas en trabajos colectivos y tejiendo redes sociales de intercambio. Asimismo en las llanuras del Ganges sólo las mujeres de casta más alta son las que pueden acceder a innovaciones agroecológicas, mientras que muchas son relegadas a trabajar exclusivamente como obreras agrarias, supliendo el trabajo de los hombres emigrados.
Un nuevo enfoque feminista y multidisciplinar para la investigación socioecológica
“Ésta es la primera vez que una colección de estudios aplica una aproximación feminista al estudio sobre el cambio ambiental global”, explica la coordinadora de la publicación. Para ello, ha sido necesario abrir la investigación a distintas disciplinas, métodos y técnicas tanto de las ciencias naturales como sociales. Así en el conjunto de la investigación han intervenido ecólogas, sociólogas, economistas, antropólogas, etnobotánicas y politólogas, la mayoría de ellas mujeres.
“Esta voluntad, a la vez que necesidad, demuestra el cambio de paradigma en la investigación socioecológica actual. Históricamente, los efectos de los cambios ambientales y las crisis ecológicas sobre bosques, cultivos o pesquerías se han enfocado únicamente sobre alguna de sus dimensiones. Ahora, para incrementar la capacidad de adaptación y recuperación por parte de estos ecosistemas necesitamos incluir las dinámicas sociales acopladas a ellos”, concluye Federica Ravera.
Fuente y fotografía: Ecoticias