El agua que está siendo suministrada a más de seis millones de personas en EEUU excede los niveles de seguridad recomendados por el gobierno federal de los llamamos perfluoroalquilos y polifluoroalquilos (PFAS), según un nuevo estudio. El hallazgo fue realizado por un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan y la Escuela A. Paulson de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Harvard, cuyos resultados fueron publicados este martes en la revista científica Cartas de Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente de la Asociación Americana de la Química (ACS).
Se conoce como ‘PFAS’ a los productos químicos industriales fluorinados que fueron utilizados en los últimos 60 años en la producción de productos cotidianos como los envoltorios de comida, ropa, alfombras y sartenes. Investigaciones científicas previas los han relacionado con casos de cáncer de próstata, de riñones y de testículos. También se les vincula en alguna medida con el alza de los niveles de colesterol en el cuerpo, la obesidad y la supresión del sistema inmunológico, así como trastornos hormonales y otros problemas de salud.
Estos químicos son sustancias sintéticas, es decir, que no se encuentran en el ambiente de forma natural y por ende, el cuerpo humano no sabe qué hacer con ellos. Estos tampoco sientan bien al planeta ya que, según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de EEUU, los polifluoroalquilos no se degradan fácilmente por lo que pueden ser transportados largas distancias mediante el agua o el aire y durar mucho tiempo en el ambiente. Según los expertos, el agua potable es una vía común a través de la cual muchas personas pueden estar expuestas a estos químicos.
Para entender la presencia de estas sustancias en el agua potable de EEUU, los investigadores analizaron la concentración de seis tipos de suministros de agua potable y utilizaron los datos de más de 36,000 muestras de agua de varias partes del país desde el 2013 al 2015. Estos datos se obtuvieron de archivos gestionados por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA). Los científicos también estudiaron muestras de agua tomadas en lugares cercanos a fábricas que usaban los compuestos químicos como las zonas de entrenamiento militar donde usan fuego, aeropuertos civiles donde se usan espumas anti-incendios y plantas de tratamiento de aguas residuales.
Fuente: Ecoticias