La información recogida por el satélite CryoSat-2, de la Agencia Espacial Europea (ESA, en órbita desde abril de 2010), combinada con los modelos climáticos regionales, ha permitido elaborar los mapas y simulaciones de mayor resolución conocidos hasta ahora sobre la evolución de la capa superficial de hielo en Groenlandia.
Los resultados de esta investigación muestran que entre 2011 y 2014, Groenlandia perdió alrededor de un billón de toneladas de hielo, es decir,casi el doble del volumen que se perdió en esta zona en las dos década anteriores, según un artículo publicado esta semana en la revista Geophysical Research Letters . El ritmo actual de pérdida de hielo en Groenlandia equivale a un aumento anual de 0,75 centímetros en el nivel del mar en el conjunto del planeta.
El satélite CryoSat-2 está especializado en el estudio de las regiones heladas de la tierra y sus variaciones con el paso del tiempo. Entre sus equipos se encuentra el moderno Altímetro de Interferometría Radar SAR (SIRAL), capaz de medir el espesor del hielo con una precisión de unos pocos centímetros y monitorizar cambios en el espesor de las grandes capas de hielo en regiones como Groenlandia y la Antártida.
Los equipos instalados en el CryoSat están permitiendo conseguir datos muy importantes en el estudio de la evolución de la capa de hielo en Groenlandia, y el alcance global de este fenómeno relacionado con el cambió climático, según han indicado los responsables del estudio que se publica esta semana.
Estudios locales y generales
El profesor Malcolm McMillan, del Centro para la Observación y Modelización Polar de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y primer autor del estudio, destaca que el CryoSat, “ayuda a estudiar glaciares individuales de Groenlandia y, al mismo tiempo, permite comprender mejor la contribución de esta pérdida de hielo a la subida global del nivel del mar”.
El estudio que ahora se publica también muestra grandes variaciones en la cantidad de pérdida de hielo de un año a otro, con las mayores pérdidas registrada en 2012, cuando las temperaturas del verano alcanzaron niveles máximos. El estudio de estos fenómenos a medio y largo plazo contribuirán al estudio del cambio climático y sus efectos sobre la elevación del nivel del mar, destacan los autores.
Fuente y fotografía: La Vanguardia