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Un proyecto de restauración convertirá un vertedero de Garraf en un parque natural

Un total de 26 millones de toneladas de residuos generados por los municipios del área de Barcelona fueron depositados en el vertedero de la Vall d’en Joan, un profundo valle en el corazón del macizo del Garraf, entre su puesta en marcha en 1974 y la clausura de la instalación en el 2006. Basuras de todo tipo, la mayoría sin tratamiento previo, fueron colmatando poco a poco la hondonada natural de 67 hectáreas de superficie hasta el punto de que en algunas zonas se acumularon 80 metros de altura, como un edificio de 25 pisos. Entre otros problemas, las basuras se convirtieron en una descomunal fuente de olores y gases de efecto invernadero, mientras que los líquidos resultantes de la putrefacción de los desechos, los llamados lixiviados, contaminaron el acuífero al filtrarse a través del subsuelo. Un agujero negro ambiental, en definitiva.

El proyecto de restauración y sellado, impulsado por el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y el Ayuntamiento de Barcelona, con fondos comunitarios, no alcanza actualmente ni un tercio de la superficie prevista de actuación, en parte porque los trabajos están parados por falta de dinero, pero en la zona ya acondicionada se puede vislumbrar lo que el viejo vertedero será en un futuro próximo: un terreno forestal integrado en el parque natural del Garraf y en el que se podrá pasear libremente.

Diez años después de cesar la actividad, la zona restaurada presenta una topografía impresionante, con terrazas verdes y caminos salpicados de pinos carrascos, encinas y acebuches. La presencia de jabalís, que dejan su rastro desconchando las cortezas de los árboles, y de pequeñas aves forestales confirma que la fauna está regresando. Un grupo de cabras penetra a menudo para pastar.

La primera fase de actuación ha supuesto el sellado completo de unas 25 hectáreas y la instalación en todo el vertedero de una red de canalizaciones que recogen y tratan los lixiviados para que no se filtren en el subsuelo. Así, los pestilentes líquidos llegan a una balsa con capacidad para 6.000 metros cúbicos y luego a una depuradora que les extrae la materia orgánica y el amoniaco hasta dejarlos trasparentes, explica Pere Rodríguez, técnico de gestión de residuos de la AMB, actual propietaria del depósito. También se han colocado tres centenares de tubos perforados o chimeneas que aspiran el biogás (metano) generado por las basuras y, además de evitar su liberación a la atmósfera, luego lo trasladan a una planta de cogeneración. La instalación, conectada a la línea eléctrica, produce el equivalente al consumo de unos 10.000 hogares, aunque está previsto que la producción baje a medida que las basuras orgánicas sean cada vez más inertes.

SELLADO SUPERIOR

En la zona clausurada definitivamente, las basuras se sellaron por encima con cuatro metros de grava drenante, una lámina plástica impermeabilizadora y una capa final de tierra de 80 centímetros, suficiente para que se asiente la vegetación, como confirma la buena adaptación de los árboles y los arbustos autóctonos que se han plantado por doquier. “El siguiente paso es que la naturaleza siga regenerándose por su cuenta”, afirma Rodríguez. La zona pendiente de actuación está cubierta simplemente por una capa de escorias de incineradora.

El problema para clausurar todo el depósito, como asume el especialista de la AMB, es que requeriría una capa de tierra de un valor descomunal “y las administraciones tienen actualmente dificultades para asumirla”. Una vez concluya el sellado, las tareas de mantenimiento se alargarán 30 años más, el tiempo que se calcula que las basuras serán inertes. Entonces, solo entonces, el viejo basurero recuperará completamente el aspecto natural que nunca debió perder.

Cronología de la instalación

1974. Se inaugura oficialmente el depósito controlado de la Vall d’en Joan, entre los municipios de Gavà y Begues.

1990. Los municipios metropolitanos inician la recogida selectiva de papel-cartón, pilas, medicamentos, ropa y voluminosos.

1993. El Parlament de Catalunya aprueba su primera ley de residuos.

1999. Construcción de la depuradora de aguas del depósito.

2001. Entra en funcionamiento el primer Ecoparc de Barcelona (Zona Franca). Las instalaciones de reciclaje han sido la clave para poder acometer el cierre del basurero.

2001. La AMB asume la gestión de la instalación.

2001. Se inicia el proceso de restauración del vertedero.

2003. Instalación del sistema de aprovechamiento del biogas.

2006. Se clausura el vertedero del Garraf. La última basura se vierte en diciembre.

Fuente y fotografía: El Periódico

8 febrero, 2016

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