Casi cuatro meses después de ser pedidas, al fin han llegado desde Estados Unidos las membranas de la desaladora portátil de ses Eres, que tendrían que haber sido recibidas en Sant Josep el pasado mes de octubre, según informó ayer el edil de Obras públicas, Agua y Limpieza, Ángel Luis Guerrero. Los vecinos y negocios de la zona de Sant Jordi, sa Carroca y Platja d´en Bossa consumían en sus casas agua más salada de lo normal no solo por el agotamiento de los acuíferos, sino también porque las membranas encargadas de filtrar «estaban agotadas» desde hacía tiempo.
Estas piezas, que los técnicos empezaban ayer a extraer de sus cajas, serán instaladas entre los días 9 y 11 de diciembre, explicó Guerrero. A la vez «se cambiarán poleas y se sanearán conexiones». Durante esas dos jornadas no se cortará el suministro gracias a que mientras se trabaja en un depósito, el otro seguirá funcionando. El consumo actual, muy inferior al que se registra en pleno verano, permite planear así esa sustitución.
Ángel Luis Guerrero estima que los consumidores de Sant Jordi, Platja d´en Bossa y sa Carroca notarán enseguida el cambio de las membranas porque el agua que saldrá de sus grifos será mucho más dulce. De hecho, el concejal calcula que la conductividad «solo será de 400 ?s/cm» (microsiemens/cm a 20ºC), un lujo en una zona donde en septiembre se disparó a 15.850 ?s/cm, cuando el límite establecido por la legislación española para que sea apta para ser bebida es de 2.500 ?s/cm.
Cuando sí se paralizará el suministro de agua será durante la jornada del próximo 15 de diciembre, día en el que durante ocho horas no correrá ni una gota por las cañerías de Sant Jordi ni de sa Carroca porque tienen que cambiar un contador y, además, probar una conexión nueva con sa Carroca, según detalló el edil de Sant Josep.
La más vieja, hecha chatarrada
La instalación está tan obsoleta que seguirán trabajando en ella («cambios menores», según Guerrero) hasta el 18 de diciembre. La planta es muy vieja, señaló el concejal, que recordó que la última que se fabricó de esa misma marca ya «hace cinco años que está hecha chatarrada». Mantienen la vetusta desaladora portátil de ses Eres «como se puede», a duras penas. Ya ni siquiera encuentran algunas piezas originales, de manera que se las tienen que encargar al tornero.
Mientras tanto el agua que sale de los grifos de Sant Jordi contiene tantos cloruros que el Ministerio de Sanidad sigue catalogándola como «no apta para el consumo». Los últimos análisis fueron realizados el pasado 10 de noviembre en el punto de muestreo de Trontoy y dieron 2.393 mg/l de cloruros, casi 10 veces más que el valor paramétrico a partir del cual no se considera potable. Además tenía 6.980 ?s/cm (microsiemens/cm a 20ºC) de conductividad, casi el triple del considerado como tope.
Fuente y fotografía: Diario de Ibiza