Tres cuartas partes de los animales que viven entre la superficie y 3.900 metros de profundidad pueden producir su propia luz, es decir, son bioluminiscentes, según un estudio llevado a cabo por Séverine Martini y Steve Haddock, del Instituto de Investigación de la Bahía de Monterrey (Estados Unidos).
Desde que el explorador William Beebe descendió a las profundidades en una esfera de metal en la década de 1930, los biólogos marinos han estado asombrados por el número y la diversidad de los animales brillantes en el océano, pero pocos estudios han documentado el número de animales brillantes a diferentes profundidades, según informa ABC.
Puede pensarse que sería fácil contar el número de animales bioluminiscentes en el océano simplemente mirando vídeos o fotografías tomadas a diferentes profundidades, pero, desafortunadamente, muy pocas cámaras son lo suficientemente sensibles para mostrar el brillo pálido de muchos animales marinos.
Por debajo de los 300 metros, el océano tiene un tono esencialmente negro, así que los animales no necesitan brillar mucho. Además, la mayoría de ellos no producen luz continuamente porque gastarían energía extra y atraerían a los depredadores.
Debido a la dificultad de contar cuántos animales brillantes hay en las profundidades, la mayoría de los cálculos anteriores se basaron en observaciones cualitativas realizadas por investigadores que observaban por las ventanas de sumergibles.
El estudio de Martini y Haddock, realizado en la bahía de Monterrey, en California (Estados Unidos), y publicado en la revista Scientific Reports, es el primer análisis cuantitativo respecto al número y los tipos de animales brillantes individuales a diferentes profundidades.
Más de 350.000 animales
Los investigadores recopilaron datos sobre cada animal de más de un centímetro que apareció en los vídeos de las 240 inmersiones de vehículos operados remotamente (ROV, por sus siglas en inglés) realizados durante 17 años alrededor del cañón submarino de Monterrey. Contaron más de 350.000 animales individuales, cada uno de ellos identificado por técnicos de vídeo utilizando una vasta base de datos conocida como VARS, que contiene más de cinco millones de observaciones de animales de aguas profundas y se ha utilizado como fuente para más de 360 documentos de invstigación.
Martini comparó la lista de animales vistos durante las 240 inmersiones de ROV con una relación de especies que se sabía que eran bioluminiscentes. Ese listado se basó en una revisión de artículos científicos anteriores, así como en observaciones directas de Haddock y otros científicos.
Como una indicación de la falta de investigación previa en este área, la fuente más completa de información de bioluminiscencia en animales marinos fue un documento publicado en 1987, es decir, hace 30 años.
Martini dividió los animales observados en cinco categorías: definitivamente bioluminiscente, muy probable que sea bioluminiscente, muy poco probable que sea bioluminiscente, definitivamente no bioluminiscente e indefinido (no hay suficiente información disponible para determinar si es bioluminiscente o no). Debido a que los científicos saben tan poco sobre los animales de aguas profundas, del 20 al 40% de los que se ven por debajo de los 2.000 metros se clasificaron como «indefinidos».
Martini y Haddock se sorprendieron al descubrir que la proporción de animales brillantes y no brillantes era bastante similar desde la superficie hasta los 4.000 metros de profundidad. Aunque el número total de bioluminiscentes disminuyó con la profundidad (algo que se había observado anteriormente), esto se debe aparentemente al hecho de que hay menos animales de cualquier tipo en aguas más profundas.
A pesar de esa proporción similar, los investigadores encontraron que diferentes grupos de animales emiten luz producida a diferentes profundidades. Por ejemplo, desde la superficie del mar hasta 1.500 metros, la mayoría de los animales brillantes eran medusas o ctenóforos (similares a las medusas); de 1.500 a 2.250 metros abajo, los gusanos fueron los más brillantes, y a partir de 2.250 metros pequeños animales parecidos a renacuajos conocidos como larváceos representaban aproximadamente la mitad de los animales brillantes observados.
El análisis también mostró que algunos grupos de animales eran mucho más propensos a brillar que otros. Por ejemplo, del 97 al 99,7% por ciento de los cnidarios (medusas y sifonóforos) son capaces de producir su propia luz. En cambio, sólo la mitad de los peces y cefalópodos (calamares y pulpos) son bioluminiscentes.