Como sucede también con madres y amigos, al agua no podríamos asignarle un cumpleaños específico, y de ahí que cada día celebremos el encuentro materno y la amistad, así como festejamos también el día del agua.

Desde 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas quiso oficiar una fecha precisa para designar el “Día Mundial del Agua”: eligió en el calendario el 22 de marzo como la cita precisa en la que el mundo atendería al agua para celebrarle su día. Cada año la Asamblea suscribe un lema que traduzca los esfuerzos a los que consagrarán sus propósitos anuales. El año pasado la consigna fue “Agua y desarrollo sostenible”, trazando objetivos que permitieran cumplir las metas impuestas desde años atrás. Este 2016 se conmemorará enarbolando como máxima titular la frase “Agua y trabajos”.

La Asamblea cree que las preocupaciones respecto al agua pueden traducirse en una lucha que involucre a muchos y que permita generar nuevos empleos, y sobre estas bases sentará sus proyecciones del año.

Que esta fecha recuerde el papel clave que juega el agua en la reducción de pobreza, el crecimiento inclusivo y la sostenibilidad ecológica; que haga memoria permanente del impacto y la directa incidencia que tiene el agua en los asuntos que afectan la seguridad alimentaria y energética, la salud humana y el medio ambiente.

Que seamos conscientes de que el agua está cada día, a cada momento, que destaquemos su función esencial y ayudemos a fomentar sus cuidados y su respeto, que gestionemos debates y propuestas para encarar el destino de los recursos hídricos, que a través de la difusión de conocimientos el agua llegue a interesarnos como lo primordial, y que la puesta en práctica de proyectos que la protejan y preserven sea el reto más esperanzador al que nos exponemos como especie.

Fuente y fotografía: El Espectador