La Comisión Europea (CE) ha presentado su estrategia contra el cambio climático a largo plazo, una hoja de ruta que propone que la Unión Europea (UE) reduzca emisiones contaminantes en un 80% para 2050 y se convierta en una economía «neutra» en carbono, en sintonía con el Acuerdo de París.
La UE, que cuenta con una población que supera los 500 millones de habitantes y para 2050 espera que aumente un 30%, es responsable del 10% de las emisiones globales de CO2.
Actualmente las instituciones comunitarias y los Estados miembros legislan para reducir sus gases contaminantes en un 45% en 2030, pero el Ejecutivo comunitario quiere acelerar en el viaje desde un pasado de petróleo y carbón hasta un futuro de electricidad y gas.
En materia de electricidad, Bruselas propone pasar a un sistema dominado por las renovables, aunque con espacio para la energía nuclear, que no genera CO2 pero sí residuos radiactivos.
En cuanto al transporte, responsable de cerca del 25% de las emisiones de CO2 de la UE, el Ejecutivo comunitario imagina un futuro con coches eléctricos para el tráfico rodado, cada vez más autónomos, eficientes y conectados.
Bruselas describe también trenes más competitivos en el transporte de mercancías a media distancia y motores híbridos y biocombustibles abriéndose camino en la aviación y en el traslado de contenedores por mar o carretera.
Las ciudades, donde se acumula el 75 % de la población europea, deberían estar a la vanguardia y apostar por el transporte público sostenible, la movilidad alterna, el carril bici, los sistemas para compartir vehículos o el reparto de mercancía por drones.
La hoja de ruta también señala como puntal de la transición la eficiencia energética, dado que los edificios consumen actualmente el 40 % de la energía, y propone generalizar sistemas de calefacción y refrigerado sostenibles y los materiales más innovadores.
Bruselas propone aplicar impuestos ecológicos bajo la premisa de «el que contamina, paga» y llama a preservar la biomasa, de forma que las explotaciones agrícolas y bosques sirvan para alimentar a la población, para absorber CO2 y para producir energía (biogas).
La CE reconoce que en 2050 la economía seguirá dependiendo en parte del gas y que siempre habrá sectores que emitan CO2, como el agrícola o el industrial.
Además de mostrar confianza en que la investigación aporte nuevas soluciones, propone compensarlo empleando el hidrógeno o la biomasa como fuentes de energía en procesos productivos o a través de la captura y almacenamiento de CO2.