Los numerosos estudios realizados para descubrir reservas de petróleo en el mar Mediterráneo, además de generar grandes enfrentamientos políticos, han causado un fuerte impacto ambiental que está afectando a diversas especies.
Se estima que en el Mediterráneo español existen al menos unos 189 pozos petroleros, que han despertado el interés de varias empresas para su explotación, lo que sin embargo, podría generar un impacto negativo sobre la fauna marina del lugar, especialmente sobre especies como el cachalote, el delfín mular y el rorcual común, que ocupan el lugar como ruta migratoria.
Por ello, el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente español (Magrama) solicitó que parte de este trayecto, ubicado entre el golfo de Valencia y el golfo de León, sea nombrado “Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo” (Zepim), lo cual impediría realizar sondeos petroleros en el lugar.
La medida busca evitar el uso de embarcaciones usadas para realizar prospecciones marinas de hidrocarburos, barcos que recorren la zona con cañones que disparan aire comprimido, los cuales emiten sonidos que pueden alcanzar los 250 decibeles dañando a los cetáceos porque son muy sensitivos.
La mayoría de las actividades de estas especies, como la alimentación, reproducción y la comunicación, dependen de la acústica, por lo tanto los ruidos muy fuertes perjudican su capacidad de ecolocación.
Un informe de la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y el Mar sobre las consecuencias de los rastreos de carburante evidencian que estos sonidos no solo dañan a los cetáceos, sino que a otras especies, como la tortuga boba “que también se verá afectada por la actividad sísmica dado su carácter residencial en la zona”, según este informe.
Fuente y fotografía: Aqua