Las consecuencias de la crisis climática la sufren todas las especies de animales, además de la flora y los seres humanos. Al recuento que van realizando los investigadores hay que sumar al pez payaso.
Según publica la revista Ecology Letters, un equipo internacional de investigadores monitoreó el pez payaso en las lagunas de la bahía de Kimbe, un punto caliente de biodiversidad en Papua Nueva Guinea, durante más de una década. Sus hallazgos se han publicado ahora en dicha revista.
Mediante el análisis genético del ADN de la población, los investigadores pudieron calcular su potencial para adaptarse a los cambios del hábitat y renovar su población. Descubrieron que las grandes familias de peces payaso que se extendieron durante muchas generaciones estaban vinculadas a hábitats de alta calidad, en lugar de genes compartidos.
La calidad de la anémona que proporciona un hogar para el pez payaso contribuye significativamente, en promedio 50 por ciento, a su capacidad para sobrevivir y renovar su población. Si las anémonas de alta calidad permanecen saludables, la población de pez payaso persistirá.
Sin embargo, si las anémonas y los arrecifes de coral que llaman hogar se ven afectados por el calentamiento climático, los peces payaso están en problemas.
Esperar que un pez payaso se adapte genéticamente a un ritmo que le permita persistir en las lagunas no sería razonable y, por lo tanto, «la capacidad de estos peces para permanecer en las lagunas con el tiempo dependerá de nuestra capacidad para mantener la calidad de su hábitat», dice Benoit Pujol, un genetista evolutivo del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia.