La última reevaluación mundial de los osos polares realizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha incluido a esta especie en la categoría de “vulnerables” en su Lista Roja de especies amenazadas.
La nueva reevaluación tuvo en cambio los cambios en la capa de hielos marinos, ya que el deshielo es la principal amenaza para su conservación y los resultados no han sido optimistas. Muy al contrario, se concluye que es muy probable que la población global de osos polares disminuya en más de un tercio en los próximos 35 a 40 años.
Estas conclusiones han llevado a la actual clasificación del oso polar como especie “vulnerable” en la Lista Roja. A su misma vez, según una investigación del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, existe un 71 por ciento de probabilidades de que se produzca una reducción de más del 30 por ciento con el paso de tres generaciones.
De acuerdo con el estudio, en cifras, ello significa que la población actual de unos 25.000 ejemplares se vería reducida a los 9.000 entre 35 y 41 años.
Los efectos serían dispares, puesto que los osos polares viven en una serie de subpoblaciones que no se distribuyen uniformemente a través del Ártico y, por otro lado, se tienen datos muy limitados sobre algunas de ellas, sobre todo las ubicadas en el Ártico ruso, básicamente por problemas de captura en vivo y etiquetado para hacer seguimientos.
Su estimación aproximada, como hemos apuntado, es de alrededor de 25.000, si bien algunas poblaciones son poco conocidas y se realizan estimaciones aproximadas que son más bien adivinaciones realizadas por el Polar Bear Specialist Group, perteneciente a IUCN.
¿Cuáles son sus principales amenazas?
Estudios recientes demuestran que el cambio climático “seguirá poniendo gravemente en peligro la supervivencia del oso polar en el futuro”, dice Inger Andersen, Directora General de la UICN.
En efecto, el destino del oso polar es el mismo que el nuestro, puesto que el avance del cambio climático amenaza con llevarlo a la extinción, y el deshielo del Ártico también supondría para el ser humano un punto de no retorno que supondría un desastre ambiental planetario sin precedentes.
Otras amenazas para la especie son la creciente contaminación y la explotación de recursos que está también en aumento a consecuencia del deshielo, entre ellas la perforación petrolífera, cuyos principales problemas son los derrames de petróleo, el deterioro del ecosistema y una mayor interacción entre osos y seres humanos.
La caza, por último, no es la principal amenaza de la especie, denominada Ursus maritimus, siendo las poblaciones de América del Norte, Rusia oriental (área de Chukchi) y Groenlandia las que se cazan en función de cuotas que a nivel mundial son menos de un millar. Sobre todo, los cazan los inuit en territorio estadounidense y canadiense.
Al margen, claro está, de los osos que se cazan clandestinamente. Las poblaciones en el Mar de Barents y el oeste y el centro del Ártico ruso, por su parte, no son cazados.
Que el hábitat natural de los osos polares esté en peligro también supone una enorme amenaza para el equilibrio ambiental de planeta en su totalidad. La ciencia no deja de advertir, por activa y por pasiva, que el deshielo del Ártico está produciéndose a una velocidad mucho mayor que el resto del mundo a consecuencia del cambio climático.
Frenar el deshielo del Ártico
Como consecuencia de ello, los estudios estiman que el progresivo deshielo provocará una subida del nivel del mar importante que inundará islas y zonas costeras . Ciudades al nivel del mar como Venecia, Los Ángeles, Miami, Londres, Barcelona o Amsterdam acabarán sumergidas bajo el agua y zonas como Florida se convertirán en islas.
En otras palabras, habremos de afrontar una serie de cambios drásticos que cambiarán para siempre el entorno, puesto que a ello hay que añadir los imprevisibles efectos que irán provocando los eventos extremos ocasionados por el avance del calentamiento global. Así pues, la amenaza de extinción de los osos polares es también una advertencia de la que se avecina. Salvarlos, por lo tanto, es salvarnos.
¿Pero, cómo hacerlo? A nivel global, detener el cambio climático depende sobre todo de la voluntad política que demuestren los países a la hora de convertir las promesas contenidas en el tan celebrado Acuerdo climático parisino, al que se llegó en la reunión de la COP21. Si bien está en vigor, la realidad es que no se trata de un contrato vinculante y los plazos para actuar de forma efectiva son cortos y requieren una reacción contundente en reducción de emisiones que no se está produciendo.
Por otro lado, la actuación a nivel local necesaria para frenar la extinción de los osos puede resumirse en la petición que realiza Greenpeace, hasta ahora sin éxito alguno. Aunque la sensibilización social y también institucional es significativamente mayor, lo cierto es que la protección del Ártico sigue siendo una asignatura pendiente.
Recordemos la campaña de Greenpeace para la protección del Ártico, en concreto su cada vez más elevada presión sobre la comisión OSPAR, el organismo encargado de coordinar la cooperación internacional para proteger el medio marino del Atlántico Nordeste.
Son sonadas sus campañas en sus reuniones anuales, en las que no han faltado pancartas en la sede, que rezaban frases como “OSPAR: protege el Ártico. Aquí. Ahora” o, entre otras, “OSPAR, el Ártico no puede esperar” ni réplicas de osos polares.
Proteger el Ártico, proteger a los osos
El objetivo es lograr un plan de acción para proteger las aguas del futuro santuario ártico, pues el océano Ártico es el más desprotegido del planeta. En concreto, Greenpeace demanda que las aguas internacionales del océano Ártico sean declaradas Santuario global para protegerlas de la explotación industrial.
Sin embargo, aún avanzando en este sentido, puesto que se logró un apoyo mayoritario en la petición de proteger el Ártico, todavía es insuficiente. Pero, por otra parte, actualmente, el Convenio de OSPAR es la única herramienta legal que puede proteger una parte del santuario ártico, concretamente el 10 por ciento.
Más allá de esta pequeña porción, clave pero insuficiente, la protección ártica y, con ella, la preservación de los osos polares precisa de un compromiso por parte de los estados del Ártico, así como de la comunidad internacional para la creación de un santuario en las aguas internacionales alrededor del Polo Norte.
Mientras esperamos la próxima reunión de OSPAR, contar con un plan de acción que proteja el Ártico o, al menos, una parte de él sigue siendo una meta por cumplir para la humanidad.
Los osos polares seguirán siendo uno de los principales reclamos de Greenpeace para su campaña mundial en pro del Ártico, puesto que es un animal simbólico. No en vano, protegerlos es imposible si no se protege su hogar, y ello significa salvaguardar el Ártico. De nosotros depende, todavía.
Fuente y fotografía: Ecología verde