Noticias, Sostenibilidad

El nuevo aeropuerto de Sidney pone en riesgo al más famoso parque natural australiano

Australia es conocida como un gran destino del turismo de naturaleza, gracias a sus inmensos paisajes y su curiosa biodiversidad, que ha evolucionado al margen del mundo durante millones de años. Pero el país de la Gran Barrera de Coral, los canguros y los koalas es también un lugar sometido a una serie de conflictos ambientales, pues numerosos proyectos promovidos por el gobierno y la industria ponen en riesgo la conservación del medio ambiente.

Estos días, las calles de Queensland atestadas de manifestantes han acaparado la atención de la prensa australiana por las multitudinarias protestas para paralizar la construcción de una nueva mina de carbón que, según alegan, amenaza la Gran Barrera de Coral.

Aeropuerto en las Blue Mountains

Al mismo tiempo, otra polémica se ha desatado en la región occidental de Nueva Gales del Sur. Después de cuatro décadas de debate, el gobierno australiano ha dado luz verde a la construcción de un aeropuerto en Badgerys Creek, a los pies del emblemático Parque Nacional de las Blue Mountains, situado muy cerca de la ciudad de Sidney.

El área, declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2000, podrá perder su estatus a causa de los impactos ambientales de la infraestructura, que doblará el tamaño del actual aeropuerto de Sidney (Kingsford Smith) y tendrá un coste aproximado de 6.000 millones de dólares australianos (unos 4.200 millones de euros).

En el corazón de este Parque Nacional se construirá el futuro aeropuerto en Badgerys Creek
En el corazón de este Parque Nacional se construirá el futuro aeropuerto en Badgerys Creek (Joel Robinson)

“En 1999, la Unesco rechazó nuestra petición de incluir al Parque Nacional de las Blue Mountains en la lista de Patrimonio de la Humanidad, precisamente, por el proyecto de aeropuerto en Badgerys Creek. Entonces el gobierno se echó a atrás, canceló el plan y en el 2000 conseguimos el estatus”, explica Mark Greenhill, alcalde de la ciudad de las Blue Mountains.

En este nuevo intento de construir el aeropuerto, la Unesco ha advertido que está “considerando la situación”, que analizará los efectos de la infraestructura sobre el Parque Nacional y valorará si éste deberá o no permanecer en el prestigioso listado.

Un icono natural y turístico

“Nadie va a querer venir a conectar con la naturaleza si, cada cinco minutos, el ruido de un avión interrumpe su calma o si las luces de aterrizaje tiñen la vista de rojo”

Cada año, cuatro millones de turistas acuden las Blue Mountains para reconocer uno de los iconos más destacados en toda guía turística, y su visita aporta una cifra estimada anual de 230 millones de euros a la economía local.

Los habitantes de la ciudad temen que el ruido de los aviones devalúe el atractivo de las montañas y esto repercuta en la industria turística que sustenta el municipio. “Nadie va a querer venir a conectar con la naturaleza si, cada cinco minutos, el ruido de un avión interrumpe su calma o si las luces de aterrizaje tiñen la vista de rojo”, augura Joel Robinson, residente de Katoomba, la localidad más poblada de las montañas.

Llamadas así por el endémico eucalipto que puebla sus bosques (y cuya hoja verde azulada hace que en la lejanía se vean de color azul), las Blue Mountains son hogar para multitud de especies autóctonas, como cacatúas, wombats, wallabíes y canguros, entre muchas otras.

“Los animales necesitan comunicarse y también poder escuchar a sus presas y depredadores. Muchas de estas especies tendrán que migrar porque el ruido de los aviones no les dejará hacerlo” alerta Ross Coster, de la Asociación por la Conservación de las Blue Mountains.

Una de las mayores críticas que residentes y ecologistas hacen al proyecto es la constancia con la que los aviones sobrevolarán las montañas. El actual aeropuerto de Kingsford Smith (Sidney) está situado en pleno núcleo urbano. Por ello, cuenta con una restricción que limita los vuelos al horario diurno. Sin embargo, este nuevo aeropuerto no tendrá toque de queda, lo que se traduce en que los aviones atravesarán el Parque durante las 24 horas del día.

El actual aeropuerto de Kingsford Smith (Sidney) está situado en pleno núcleo urbano. Por ello, cuenta con una restricción que limita los vuelos al horario diurno. Sin embargo, este nuevo aeropuerto no tendrá toque de queda, lo que se traduce en que los aviones atravesarán el Parque durante las 24 horas del día

Un informe polémico

El pasado mes de diciembre, el ministro federal de Medio Ambiente aprobó el informe de impactos que tendrá el aeropuerto de Badgerys Creek sobre el Parque Nacional y su biodiversidad. Pero el documento no incluye información acerca de los trayectos de los vuelos, ni contempla medidas para amortiguar el ruido.

“La ultima vez, el Gobierno dedicó dos años para debatir sobre el Informe de Impactos Medioambientales del aeropuerto. Ahora, les han bastado ocho meses para aprobar un informe que ni siquiera considera el impacto acústico de los vuelos ni nos dice de dónde vienen o a dónde van”, recuerda el alcalde Greenhill.

Lo que sí recoge este polémico informe es el aumento en la contaminación atmosférica que ocasionará el aeropuerto. El índice de mortalidad, según evalúa el documento, se verá incrementado a causa de la polución. “Aun así, al Gobierno no parece importarle”, juzga Greenhill.

Las Blue Mountains, un paraiso natural a pocos quilómetros de Sidney

Las Blue Mountains, un paraiso natural a pocos quilómetros de Sidney (Joel Robinson / Joel Robinson)

Argumentos a favor

Por su parte, los defensores del proyecto sostienen que la construcción del gigante actuará en favor del crecimiento económico de la región al oeste de Sidney. Aducen que la infraestructura generará unos 9.000 puestos de trabajo para el 2030, y un total de 60.000 a largo plazo, según ha afirmado públicamente Malcolm Turnbull, primer ministro de Australia. “El aeropuerto traerá trabajo, inversión, industria y tecnología”, concluyó Turnbull.

Mientras este argumento ha convencido a parte de la población rural del oeste de Sidney, algunos todavía se muestran escépticos. “Los trabajos que va a generar el aeropuerto serán de baja remuneración y cualificación, y muchas de las funciones ya estarán cubiertas por personas que vengan del actual aeropuerto de Sidney”, argumenta el portavoz de la Asociación por la Conservación de las Blue Mountains, Ross Coster.

Un estudio realizado por su asociación desmonta los argumentos con los que el Ministerio de Infraestructura plantea la necesidad de construir un segundo aeropuerto para Sidney. “La mayor parte del tráfico que congestiona el aeropuerto de Sidney se debe a vuelos domésticos que vienen, sobre todo, de la costa Este”, afirma Coster.

“Instalando un buen sistema de trenes de alta velocidad, como el que existe en Europa, nos ahorraríamos tener que construir un aeropuerto que pone en riesgo la biodiversidad de las Blue Mountains, el estatus del Parque Nacional y el bienestar de los ciudadanos”, sentencia.

Fuente y fotografía: La Vanguardia

7 marzo, 2017

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