Existen pocos estudios sobre las belugas (Delphinapterus leucas), cetáceos que vive en la región ártica y subártica, unas de las áreas donde las condiciones de vida son las más duras del mundo. Estos mamíferos marinos acusan los cambios en su entorno sobre todo por el deshielo, pero los científicos aún no saben si estos son beneficiosos o perjudiciales para su salud.
Un equipo liderado por la Universidad de Washington (EE UU) ha seguido vía satélite los movimientos migratorios de dos poblaciones de belugas en las décadas de 1990 y 2000 y ha analizado sus vocalizaciones durante seis años para comprobar cómo sus hábitos se adaptan al deshielo marino cerca de Alaska (EE UU).
El estudio, publicado en Global Change Biology, revela que la pérdida de hielo ártico altera la migración anual de estos cetáceos, pero no lo hace de la misma manera en todas las poblaciones. Mientras que unas belugas sí salen perjudicadas, otras parecen no verse afectadas.
“El mensaje más importante con el que nos quedamos es que las belugas pueden responder de manera relativamente rápida a los cambios en su entorno, por lo tanto no podemos esperar una respuesta uniforme en todas las poblaciones de belugas”, dice Donna Hauser, autora principal e investigadora en el Centro de Ciencia Polar de la universidad estadounidense.
Dos poblaciones que se adaptan de diferente manera
Las dos poblaciones de belugas analizadas son genéticamente muy distintas. Pasan los inviernos en el Mar de Bering y después nadan hacia el norte a principios del verano cuando el hielo marino se derrite y las aguas abiertas permiten el paso hacia los mares de Beaufort y Chukchi. Durante todo el verano se alimentan de peces y vertebrados antes de viajar de vuelta al sur en el invierno.
Sin embargo, el hielo marino tarda cada vez más tiempo en congelarse cada otoño debido al cambio climático, lo que obliga a la población de Chukchi a adaptarse a los cambios y retrasar en al menos un mes su migración hacia el sur. Los científicos no saben aún si esto es beneficioso para ellas porque, por una parte, pueden estar ganando recursos alimentarios importantes, pero también se arriesgan a quedar bloqueadas en su migración hacia el sur si el hielo se congela rápidamente y las coge desprevenidas.
Por el contrario, los individuos de Beaufort mostraron indiferencia al deshielo. Para los científicos, es posible que estos cetáceos tengan la costumbre de alimentarse en cualquier lugar que requiera moverse antes en el otoño, independientemente de las características del hielo.
Aunque ambas poblaciones reaccionen de manera distinta, los investigadores subrayan que los cambios se están produciendo rápidamente, en tan solo diez años para unos mamíferos que pueden llegar a vivir sesenta. Los patrones migratorios que han heredado generación tras generación parecen estar cambiando a lo largo de sus vidas, señalan.
“Una de las predicciones del cambio climático es que los animales van a modificar su presencia estacional en la región”, recalca Kate Stafford, coautora y oceanógrafa en el Applied Physics Laboratory de la Universidad de Washington.
Al menos una población de belugas se está adaptando a los rápidos cambios del entorno. “No podemos estar seguros, pero podría ser el comienzo para documentar cómo las especies del Ártico están reaccionando a las condiciones cambiantes”, concluye.
Fuente y fotografía: La Razón