Con semanas de anticipación las cabañas del parque Piedra Canteada, situado a 75 kilómetros de Ciudad de México, en el estado de Tlaxcala, son reservadas por «familias con niños y parejas que buscan un ambiente romántico», asegura El Sol de Puebla, que atribuye el éxito a una idea de la cooperativa rural que se ocupa de la administración del espacio.
En 1990 estas 42 familias decidieron abandonar la tala masiva del bosque de Piedra Canteada y aprovecharse de los millones de luciérnagas que aparecen entre junio y agosto por el área.
Los bajos precios de los productos del campo, obligaron a comunidades como Piedra Canteada a vender sus troncos, publica el diario mexicano. Sin embargo, desde 2011 el cambio de actividad está fructificando, «ayudando a la comunidad a salir de la pobreza».
La cooperativa, que sigue explotando el bosque, ha reducido la producción de madera en un 70%. Y han preservado de la actividad más de 630 hectáreas de Piedra Canteada. Además, planean plantar 50.000 pinos en las áreas que talan cada año.
«Nosotros talamos, vivimos del bosque, de cortar árboles, pero en una forma ordenada», comenta Rueda López, uno de los fundadores de la cooperativa. «Es como un jardín, tú tienes que quitar las ramas, hay que quitar las partes secas, las partes enfermas para que realmente crezca».
«Ver la cantidad de luciérnagas que uno ve es impresionante», comenta un turista a El Sol de Puebla. «La sincronía del apagar y encender, es indescriptible, es como un bosque de Navidad».
El espectáculo de las luciérnagas de Piedra Canteada es el principal motor económico de la cooperativa, por lo que intentan que solo un máximo de 250 personas visiten la zona cada fin de semana.
En todo el mundo, la deforestación y el crecimiento urbano amenazan a más de 2.000 especies de luciérnagas, recuerda el periódico mexicano.
Fuente y fotografía: ABC