“Estamos unidos por el deseo de descubrir la verdad de cómo actúa este maravilloso universo, acercándonos siempre más a su Creador”, lo dijo el Papa Francisco a los participantes en la 15° Escuela de verano de Astronomía organizado por el Observatorio Vaticano, a quienes recibió en audiencia el segundo sábado de junio.
En su discurso, el Santo Padre animó a los jóvenes astrónomos provenientes de diversos países y de diferentes culturas a proseguir en ésta“compleja y maravillosa actividad de indagar el universo, don incomparable del Creador”. Esta actividad, agregó el Pontífice, es un signo de como la diversidad puede enriquecer también el trabajo de investigación en ámbito científico.
Recordando al Papa León XIII, fundador del Observatorio Vaticano, el Obispo de Roma subrayó que “en todos estos años, ésta Institución científica se ha esforzado por realizar las finalidades por las cuales ha sido querida, avalándose de nuevos instrumentos, como también del diálogo y de la confrontación con los demás centros de investigación”.
En este sentido, el Papa Francisco señaló que existe en el hombre el deseo común de comprender el universo, creado por Dios, y nuestro lugar en el.“Todos nosotros vivimos bajo el mismo cielo; y todos somos movidos por la belleza que se revela en el cosmos y se refleja también en nuestros estudios sobre los cuerpos y las sustancias celestes. Estamos así unidos por el deseo de descubrir la verdad de cómo actúa este maravilloso universo, acercándonos siempre más a su Creador”.
Por esto, afirma el Sucesor de Pedro, es verdaderamente bueno y providencial que esta décimo quinta escuela de verano se ocupe del estudio del agua en el sistema solar y más allá. “Todos sabemos cuánto sea esencial el agua aquí en la tierra: para la vida, para nosotros los seres humanos, para el trabajo”. Antes de concluir su discurso, el Papa los invitó a saber cultivar la alegría, que anima su trabajo científico, y que es la razón por la cual no pueden dejar de lado el compartirla con humildad y fraternidad con sus amigos, sus familias, sus naciones, como también con la comunidad internacional de los científicos con los cuales trabajan.
Texto completo del discurso del Papa Francisco
¡Queridos amigos!
Estoy contento de recibirlos a ustedes, profesores y alumnos del Curso de verano organizado por los Padres jesuitas del Observatorio Vaticano. La cualificada participación de personas provenientes de diversos países y de diferentes culturas es un signo de cómo la diversidad puede enriquecer también el trabajo de investigación en ámbito científico. Agradezco al padre Paul Mueller, Vice Director del Observatorio, como también a los profesores que están disponibles para acompañarlos a ustedes, jóvenes astrónomos, en la compleja y maravillosa actividad de indagar el universo, don incomparable del Creador. Mi reconocimiento va también a cuantos, con su generosidad, han contribuido a hacer posible esta escuela internacional.
El Papa León XIII fundó el Observatorio Vaticano en 1891, exactamente hace 125 años, también para confirmar cuánto la Iglesia fuera amiga de la «verdadera y sólida ciencia, sea humana que divina» (Motu propio Ut mysticam, 14 marzo 1891). En todos estos años, ésta Institución científica se ha esforzado por realizar las finalidades por las cuales ha sido querida, avalándose de nuevos instrumentos, como también del diálogo y de la confrontación con los demás centros de investigación.
El hecho de que se han reunido para ésta escuela de verano muestra que el deseo de comprender el universo, creado por Dios, y nuestro lugar en él, es común a hombres y mujeres que viven en contextos culturales y religiosos diferentes. Todos nosotros vivimos bajo el mismo cielo; y todos somos movidos por la belleza que se revela en el cosmos y se refleja también en nuestros estudios sobre los cuerpos y las sustancias celestes. Estamos así unidos por el deseo de descubrir la verdad de cómo actúa este maravilloso universo, acercándonos siempre más a su Creador.
Por esto, es verdaderamente bueno y providencial que ésta décimo quinta escuela de verano se ocupe del estudio del agua en el sistema solar y más allá. Todos sabemos cuánto sea esencial el agua aquí en la tierra: para la vida, para nosotros los seres humanos, para el trabajo… Desde los pequeños copos de nieve a las grandes cascadas, desde los lagos y los ríos a los inmensos océanos, el agua nos fascina con su potencia y al mismo tiempo con su humildad. Las grandes civilizaciones tuvieron inicio a lo largo de los ríos, y también hoy el acceso al agua pura es un problema de justicia para el género humano, ricos y pobres.
Queridos hermanos y hermanas, el trabajo del científico requiere gran empeño, que puede ser extenso y fatigoso. Todavía esto puede y debería ser una fuente de alegría. Les deseo saber cultivar en ustedes esta alegría, que anima su trabajo científico, y que es la razón por el cual no pueden dejar de lado el compartirla con sus amigos, sus familias, sus naciones, como también con la comunidad internacional de los científicos con los cuales trabajan. Les deseo experimentar siempre la alegría de la investigación y del compartir los frutos, con humildad y fraternidad. Con este deseo, invoco sobre ustedes y sobre su actividad la bendición del Señor. Y les pido por favor de rezar por mí.
Fuente y fotografía: Aleteia