La magnitud e intensidad de los incendios forestales en 2015 se ha debido a la especial virulencia del fenómeno climatológico de El Niño, explica Federico González Alonso, especialista en cambio climático y expresidente de la Asociación Española de Teledetección. “Ya son dos años seguidos con aumentos muy notables”, opina el experto. En 2014, sin El Niño, también se registró una subida del 15%. Los 2.289 millones de toneladas de carbono lanzadas a la atmósfera, han convertido 2015 en el tercer año de mayores emisiones debidas a los incendios forestales y la quema de biomasa desde 1997, año desde que el GFED recopila esta información utilizando las imágenes de los satélites de observación de la Tierra de la Nasa y de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Los fuegos de Indonesia y Asia ecuatorial enviaron a la atmósfera 399 millones de toneladas de carbono, un 87% más que en 2014. Detrás del desastre medioambiental se ciernen los terribles fuegos provocados en zonas de turbera (carbón fósil) con el objetivo de acabar con la vegetación autóctona y obtener terreno para implementar nuevas plantaciones de producción de aceite de palma. El impacto fue tremendo para la población de la zona, que tuvo que soportar la asfixiante humareda con consecuencias para su salud. La nube alcanzó países vecinos como Malasia, Singapur o Brunéi y, finalmente, Indonesia solicitó ayuda internacional para sofocar los incendios.
La NASA calcula que en ese periodo se registraron en Indonesia decenas de miles de incendios forestales. El Niñodesempeñó un papel fundamental, desplazando las lluvias que descargan normalmente en el país hacia el este. En un efecto dominó, la escasez de precipitaciones provocó que la turba continuara ardiendo en el subsuelo.
Otro de los puntos calientes en emisiones de CO2 por la quema de biomasa se sitúa en Sudamérica, donde se incrementaron en un 35%. “Es una situación muy grave”, explica González Alonso, “porque son países amazónicos con bosque tropical muy difícil de recuperar”.
Pero las mayores emisiones mundiales de carbono asociadas a los incendios tienen su origen en la sabana africana, donde se utilizan como método de desbroce del terreno y de regeneración de los pastos. Representan el 51% del total como promedio del período 1997-2015. “Es una extensión muy amplia, pero la emanación por hectárea es mucho menor que en bosques como los tropicales de la Amazonia”, mantiene el experto en cambio climático. Además, la sabana se regenera con relativa rapidez, y esa vegetación absorbe una cantidad importante de dióxido de carbono.
Durante el periodo 1997-2013 se apreciaba una tendencia ligeramente negativa en la evolución de las emisiones de CO2 de este tipo, pero los incrementos de los últimos dos años “la ponen en riesgo y puede tener consecuencias nefastas para el calentamiento global si no se implementan por parte de los gobiernos las medidas oportunas”, opina González Alonso.
Fuente y fotografía: El País