Se pueden empezar a enumerar los daños que el ser humano está causando en la naturaleza, empezando por la contaminación, la sobreexplotación de los recursos naturales, el daño a los ecosistemas acuáticos, el cambio climático… Y así podríamos seguir. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático predice que en 2050 el 60% de la población experimentará escasez de agua. Además, se estima que la brecha entre suministro y demanda de agua alcance el 40% para 2030, a no ser que se logren realizar transformaciones en su eficiencia. Está claro que el respeto al medio natural no es uno de los fuertes de la sociedad actual.
Así es que se convierte en una prioridad la protección del acceso a recusos hídricos potables mientras, paralelamente, se desarrollan alternativas de fuentes de este elemento. Y en este empeño parece que gana posiciones y atractivo la desalinización de agua marina. Especialmente tras los avances logrados por el proyecto europeo inscrito en el 7º Programa Marco, Nawades. Una iniciativa que emplaza su tecnología piloto en Cataluña, concretamente al paso del río Llobregat en donde antiguos campos ahora son fábricas, en la desalinizadora de El Prat de Llobregat. Su misión es, no sólo, alargar la vida útil de los filtros y membranas implicados en el proceso sino también reducir en hasta un 20% el consumo de energía en la planta. Y en este empeño se han embarcado un consorcio de empresas europeas, entre las que se encuentra la representación catalana de HidroQuimia, el centro tecnológico Leitat y, por descontado, se ha sumado la Agència Catalana de l’Aigua sus instalaciones de desalinización en la desembocadura del Llobregat.
El nombre del proyecto nace de su propia definición pues es, ni más ni menos que, diminutivo de Nanotechnological Application in Water Desalination. O lo que es lo mismo, desvela la claves de innovación en este nuevo proceso de desalinización: la nanotecnología.
Importante tener en cuenta que esta planta pratense utiliza para obtener agua potable un proceso de osmosis inversa. Pero antes de adelantar acontecimientos el jefe del departamento de Gestión de Recursos Hídricos del Àrea d’Abastament d’Aigua, Enric Velasco, sustenta la bases del proceso actual de desalinización. «Al ser captada el agua marina se traslada a unos depósitos donde es sometida a un proceso de floculación, lo que en sí mismo es un producto químico que en reacción con el agua genera unos grumos con la suciedad presente en ella».
El siguiente paso contempla este agua sometida al proceso de floculación, a través deun filtrado en arena en grandes tanques donde las partículas más grandes quedan retenidas. Le sigue otro proceso de filtración pero a un tamaño menor, por un lado en unas mallas de tamaño micro.
Y, como novedad en el proyecto Nawades, incluye unas membranas de filtración a escala nano. Es decir el agua atraviesa, ahora sí, al realizar el proceso de osmosis inversa, una malla cuyos orificios tienen un tamaño de 10 elevado a -9 metros. «La membrana tiene una maya con unos agujeros de tamaño muy pequeño. Es introduciendo presión al agua como, al atravesar los filtros, se separa una cantidad de agua con sal y una cantidad de agua desalinizada que es la útil», explica Velasco.
Concretamente se ejerce una presión equivalente a una columna de 600 metros de agua, para que se produzca la desalinización del agua a su paso por el filtro. Además, aquí se encuentra una de las claves del ahorro energético de la planta. Se genera, de hecho, del reaprovechamiento la presión residual que queda por aprovechar durante el proceso de desalinización.
Como es de esperar, en este proceso, la materia orgánica se retiene en la membrana. Y aquí otra de las novedades de este proyecto piloto. Lo que este consorcio ha desarrollado es un mecanismo para eliminar la materia residual y que permite que este elemento de filtrado incremente su ciclo de vida. Según aclara el director de proyecto de HidroQuimia, Ángel Teno, la materia orgánica reacciona al dióxido de titanio al verse sometido a la luz ultravioleta. Un proceso químico que elimina la material orgánica, la transforma en minerales y, como beneficio, alarga la vida de las membranas.
Tanto Teno como Velasco coinciden en la explicación de que en la planta piloto se traslada este mecanismo a una presión entre 0,2 y 0,4 bares de presión. Reproducen las condiciones de radiación ultravioleta tras la ultrafiltración para mineralizar la materia orgánica y, de paso, matan los microorganismos. Lo que es lo mismo, los preparativos y las pruebas necesarias para un posterior traslado y adaptación a escala industrial.
Todavía con el 2016 por delante para perfeccionar estos procesos de pretratamiento de agua. Por el momento estos desarrollos confieren un ahorro energético de un 20% a la planta, alargan la vida de los materiales y su sustitución reduciendo al mismo tiempo costes, pues requieren menos mantenimiento. Parece que El Prat quiere posicionarse a la cabeza de Europa en sostenibilidad y recuperación de recursos hídricos.
Fuente y fotografía: El Mundo