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Organizan visitas guiadas por la ruta del agua del Valladolid del siglo XVI

Organizan visitas guiadas por la ruta del agua del Valladolid del siglo XVIHubo un tiempo en el que los vallisoletanos carecían de fuentes en la ciudad y tenían que beber el agua cogido directamente del Pisuerga por los aguadores –merecedores de una calle en su honor, hoy rebautizada como Encarnación– en una serie de días concretos en los que cesaban las labores de lavado de cueros o de vertidos de aguas sucias a su cauce. Corría el siglo XVI y la llegada de la Corte a la villa, a cargo de Felipe II, precipitó la necesidad de idear un sistema para traer las aguas de dos manantiales de los monjes benedictinos, los de Argales y las Marinas, al núcleo urbano después de algunos intentos fallidos. Así que el monarca encargó el proyecto a su arquitecto de cabecera, Juan de Herrera –autor de la catedral o el más famoso Escorial– y este ideó un sistema, el de las arcas reales, que fue construido entre los años 1585 y 1621 y que desde entonces, nada menos que hasta 1974, surtió de agua a las fuentes de la Puerta del Campo (actual calle Santiago), Fuente Dorada y la Rinconada.

La historia de este ingenio hidráulico, del que aún se conserva casi intacto su tramo inicial, en paralelo a la carretera de las Arcas Reales, es una de las grandes desconocidas de la ciudad y por eso iniciativas como la de ayer, en la que se realizaron media docena de visitas guiadas por su recién rehabilitado y reforestado sendero, permitieron poner en valor, el que se merece, este conjunto arquitectónico. La excusa, como fue la celebración del Día Mundial del Agua, era perfecta y por eso fue Aguas de Valladolid –artífice de la recuperación de las arcas– la organizadora de una iniciativa que logró atraer a más de un centenar de vallisoletanos.

Y no fue un paseo cualquiera por el sendero que parte precisamente del arca principal, que aún luce el escudo de Felipe II, ya que fueron los protagonistas de la gesta –el propio monarca; el prior del Monasterio de San Benito, fray García de Frías, la orden que cedió los manantiales, y el maestro de obras local Diego de Praves– los que explicaron a los presentes la historia y el funcionamiento del ingenio a través del buen hacer de un actor con mil caras que puso voz a dichos personajes. Las arcas en cuestión, de las que se conservan aún quince –llegó a haber 32–, recogían el agua de los citados manantiales y permitían filtrarla, ventilarla y transportarla a través de una red de conducciones subterráneas de 6.700 metros de longitud hasta las tres fuentes originales con un desnivel de solo ocho metros.

Impuestos sobre el vino

El ingenio, como curiosidad, se sufragó a través de los remanentes de los impuestos (sisas) sobre la venta de vino que otorgó Felipe II a su ciudad para rehabilitar su Plaza Mayor a raíz del devastador incendio de 1561. El inicio del ‘Viaje de Argales’, como se bautizó el sistema, sobrevive cinco siglos después en el entorno del polígono que recibió su nombre. Que siga allí muchos años más depende, en parte, del cuidado de aquellos que lo visitan, ya que tanto las arcas reales como la vegetación de la senda son el objetivo permanente de grafiteros y vándalos.

Fuente y fotografía: El norte de Castilla

24 marzo, 2016

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