Con la mirada puesta en la búsqueda de fuentes de energía renovable que permitan reemplazar a los combustibles fósiles, la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) junto a la empresa Explora SA llevarán adelante un proyecto para producir biodiesel a partir de barros cloacales, un biocombustible amigable con el ambiente, que no competirá con los usos alimenticios de las materias primas y que es generado a partir de un residuo con un impacto negativo en el ambiente.
En Argentina casi la totalidad de los biocombustibles se produce a partir de aceite de soja (biodiesel) y, en menor medida, de caña de azúcar (bioetanol). Estos productos son utilizados en el mercado interno, principalmente para el transporte, y también comercializados en el exterior, la Argentina es el principal exportador de biodiesel a nivel mundial.
El régimen de regulación y promoción para la producción y uso sustentables de biocombustibles, vigente en la Argentina desde 2010 y actualizado en 2014, establece que los combustibles fósiles deben ser mezclados con un 10% de biocombustibles para su uso en el transporte, ya sea de bioetanol en el caso de la nafta, como de biodiesel para el gasoil.
“El problema principal de esta tecnología es que la materia prima, en este caso el grano de soja, compite con fines alimenticos”, explica a Argentina Investiga el químico Javier Montserrat, investigador docente del Instituto de Ciencias (ICI) de la Universidad y director adjunto del proyecto, que cuenta con un financiamiento total de 19.1 millones de pesos en su mayoría aportados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del ministerio de Ciencia, a través del Fondo de Innovación Tecnológica Regional (FITR).
Además de la competencia con los productos alimenticios, existen otras controversias alrededor del biodiesel generado a partir de aceite de soja debido a los impactos ambientales y sociales que produce este cultivo y también relacionados con el balance total de las emisiones de gases de efecto invernadero durante su producción.
Como una alternativa surgieron los biocombustibles de segunda generación producidos en general a partir de materiales de desecho. Para la producción de bioetanol se utiliza, por ejemplo, los restos de tallos y hojas y madera de descarte, y en el caso del biodiesel las estrategias se basan en la reutilización de grasas y aceites de origen industrial o alimenticio.
Uso de los desechos cloacales
Los barros cloacales juntan la materia fecal y también los residuos domiciliarios asociados a la limpieza corporal, como los jabones, que forman una capa de ácidos grasos libres, que debido a su menor densidad flota sobre el agua. Según estudios preliminares realizados por Explora SA, los barros cloacales tienen un importante contenido de grasas que podrían extraerse mediante procedimientos químicos para transformarlos en biodiesel.
“En la Universidad tenemos la responsabilidad de llevar a una escala de planta piloto los procesos de extracción de los ácidos grasos de los barros cloacales. Tenemos que desarrollar las mejores tecnologías, las más eficientes y también las más amigables con el ambiente para poder obtener, a partir de esos barros cloacales, el concentrado más alto de ácidos grasos”, describe Montserrat y resume: “Nos vamos a centrar exclusivamente en el problema industrial de obtención y desarrollo de tecnologías”.
La tarea no será fácil. En un plazo de dos años, el equipo de investigadores de la UNGS, pertenecientes al Área de Química Ambiental del ICI, deberá analizar los impactos de los procesos químicos seleccionados para la extracción de los ácidos grasos y sortear una serie de problemas para producir con la técnica elegida primero de uno a dos litros de biocombustibles, después de 10 a 15 litros, y finalmente definir la tecnología que será utilizada a escala industrial. “Tenemos que evaluar la eficiencia del proceso de producción en una escala de planta piloto, su balance energético y además tener en cuenta los costos de la materia prima, de los insumos y también ver la corriente de residuos que se genera a partir de la técnica utilizada, para que el proceso sea lo más sustentable posible desde el punto de vista ambiental”, enumera Montserrat.
Suministro de la materia prima
La materia prima será suministrada por Agua y Saneamientos Argentinos SA (AySA), que cuenta con una planta de pre-tratamiento de efluentes ubicada en la localidad de Berazategui. Esta planta, con un caudal medio de tratamiento de 22 mil litros de agua por segundo, concentra los residuos cloacales provenientes de la Ciudad de Buenos Aires y de 17 partidos del conurbano bonaerense y los separa en sólidos, básicamente arenas y grasas, y en líquidos, que son volcados al Río de la Plata para “aprovechar las cualidades auto-depuradoras del río para degradar fácilmente los efluentes tratados”, según afirma la empresa en su página web.
La etapa final del proyecto estará a cargo de Explora SA, principal socio de la UNGS en este emprendimiento, que deberá transformar esos ácidos grasos en biodiesel para su posterior comercialización. En la actualidad, esta empresa de capitales nacionales produce y comercializa biodiesel y glicerina cruda, principalmente a partir de aceite de soja.
“El biodiesel será totalmente equivalente al que se obtendría a partir de un aceite vegetal, pero con un beneficio directo para el ambiente porque esos barros cloacales tan cargados de ácidos grasos terminan en el Río de la Plata, de manera que si los separamos y los utilizamos como biocombustible vamos a ayudar a reducir la acción depuradora del río, como cuna de afluentes de degradación de esos residuos”, destaca Montserrat.
“La originalidad de este proyecto radica en la identificación de materiales hoy descartados y con un impacto ambiental alto y en el diseño de un proceso que permita convertirlos en un producto de alto valor agregado”, explican la UNGS y Explora SA en el documento presentado ante el ministerio de Ciencia.
Este proyecto de transferencia tecnológica impactará en la UNGS en el desarrollo de la infraestructura y equipamiento y también en la formación de recursos humanos, ya que el equipo de investigación también estará integrado por estudiantes avanzados de la Tecnicatura Superior en Química y de la carrera de Ingeniería Química, ambas dictadas por la Universidad. A la vez, el proyecto abrirá nuevas líneas de investigación conjunta entre los Institutos de Ciencias y de Industria de la UNGS sobre optimización y desarrollo de nuevas tecnologías asociadas a los biocombustibles.
Fuente y fotografía: Aguas residuales