En los últimos años, científicos y ambientalistas han procurado advertir al mundo sobre las consecuencias del calentamiento global: desastres naturales, sequías, inundaciones, descongelamiento de los polos. Sin embargo, fueron pocos los que previeron el impacto social que podrían tener, como el renacimiento de ciertos viruses que estaban entre las moléculas congeladas de los Árticos, tal y como informa Ecoosfera.
El descongelamiento de los polos no sólo ha provocado la pérdida de la biodiversidad de dichas regiones, también ha liberado antiguos viruses y bacterias que se encontraban bajo el resguardo de los hielos –como si estuviesen en un sueño prolongado–. Esta teoría surgió cuando en agosto del 2016, en un pequeño lugar de la tundra siberiana, en la Península de Yamal, un niño de doce años murió y 20 personas fueron hospitalizadas después de recibir el diagnóstico del antrax. Tras los análisis de la región se descubrió que unos 75 años atrás, un reno infectado con antrax murió y su cadavez congelado se quedó atrapado debajo de una capa de tierra congelada –conocida principalmente como permafrost–. Se quedó ahí hasta que una oleada de calor en el verano del 2016 derritió el permafrost, lo cual liberó el virus del antrax y lo expandió hacia las zonas más cercanas mediante el agua, el piso y la comida.
En otras palabras, mientras más permafrost se derrita, más capas de antiguas bacterias se liberan. Puede llegar a suceder que las bacterias tengan más de un millón de años, lo cual significa que el descongelamiento de los polos puede abrir la caja de Pandora de las enfermedades.
En palabras del biólogo evolutivo Jean-Michel Claverie en Aix-Marseille Université en Francia, “El permafrost es un buen preservativo de microbios y viruses, porque es frío, no hay oxígeno y está oscuro. Los virus patógenos que pueden infectar a los humanos o animales se encuentran preservados en capas de viejo permafrost, incluyendo algunos que causaron las epidemias globales en el pasado.” Los científicos consideran que la gripe española o la plaga burbónica podrían regresar al descongelarse el permafrost de Siberia.