La isla Ardley, cerca de la península antártica, es en la actualidad hogar de una población de alrededor de 5.000 parejas de pingüinos papúa (Pygoscelis papua), así como de pingüinos Adélie y de babijos, según informa Ecoticias. Sin embargo, aunque el calentamiento global y los cambios en la extensión de hielo no parecen afectar a las colonias de papúa, sí amenazan la diversidad de estas especies. Pero los papúa han sufrido otros peligros.
En los últimos 7.000 años las condiciones climáticas han sido favorables para las colonias de pingüinos papúa, sin embargo, han sufrido grandes impactos que les han llevado casi a la extinción, según un nuevo estudio publicado en Nature Communications. Los científicos, liderados por el British Antarctic Survey (BAS), buscaron en los sedimentos de un lago de la isla evidencias de cómo los cambios en el clima y en el hielo habían afectado a los pingüinos, pero en su lugar encontraron restos de cenizas volcánicas y dedujeron que al menos tres grandes erupciones pudieron poner en riesgo a estas poblaciones.
“Una de las colonias de pingüinos más grandes y antiguas de la península antártica fue devastada periódicamente por tres grandes erupciones de un volcán cercano a la isla Decepción. La colonia tardó entre 400 y 800 años en recuperarse completamente”, señala a Sinc Stephen Roberts, autor principal del trabajo e investigador en el British Antarctic Survey. Gracias a los análisis químicos de excrementos antiguos de pingüino y capas de sedimentos acumuladas alrededor del lago, los científicos pudieron estimar cómo estas erupciones afectaron a las poblaciones. Según sus datos, se llegó a acumular más de un metro de ceniza con las erupciones ocurridas hace entre 7.000 y 2.000 años, y que fueron mucho mayores que las más recientes. “Una erupción puede enterrar polluelos de pingüinos en cenizas abrasivas y tóxicas.
Los adultos pueden nadar lejos, pero los pollos pueden ser demasiado jóvenes para sobrevivir en las aguas heladas. También pueden quedar enterrados lugares de anidación y pueden permanecer inhabitables durante cientos de años”, indica Claire Waluda, coautora del trabajo y científica en el BAS. Según Roberts, las posibilidades de recuperación de la colonia dependieron de varios factores: del tamaño de la erupción, el momento de esta en relación con la etapa de anidación y la vida de los propios pingüinos. Pero el científico destaca lo resiliente que ha sido la colonia de la isla de Ardley a través del tiempo y que termina recuperándose siempre.
«Los eventos volcánicos más pequeños han tenido un impacto menor y han permitido una recuperación más rápida”, subraya. Una técnica para medir el impacto en pingüinos Las técnicas empleadas por los científicos no solo permiten reconstruir los cambios que han sufrido las colonias de pingüinos en el pasado, sino que podrán predecir cómo otras poblaciones de pingüinos podrían verse afectadas en otros lugares de la Antártida.
Es el caso de los barbijos de la isla Zavodovski que sufrieron la erupción del volcán Mt Curry en 2016. “El estudio proporciona una perspectiva valiosa a largo plazo sobre los cambios en las colonias de pingüinos y permitirá evaluar mejor el impacto potencial que el clima cambiante y el hielo marino, así como los volcanes cercanos, podrían tener en las colonias modernas”, añade Roberts. De este modo, aunque el trabajo se centra en una colonia de pingüinos papúa en la isla de Ardley, podría aplicarse a otras especies que anidan cerca de volcanes activos. “Por ejemplo, los pingüinos Adélie superan en número a los pingüinos papúa en las islas Shetland del sur y al norte de la península antártica y los estudios futuros serían capaces de probar cómo estos han sido afectados por la actividad volcánica”, concluye el experto.