Un estudio liderado por el investigador Guille Peguero, del CREAF y la Universidad de Amberes, y realizado en las selvas tropicales de Panamá, pone de manifiesto el papel crucial que desempeñan los depredadores grandes y medianos en la estabilidad del ecosistema.
Los investigadores han estudiado cómo cambian las poblaciones de dos especies de gorgojos –que utilizan las semillas de la misma palmera para reproducirse– en función de la abundancia de los depredadores que se alimentan de los frutos de esa palmera y de los propios gorgojos. Las dos especies de gorgojos estudiadas (Pachymerus cardo y Speciomerus giganteous) se reproducen introduciendo sus larvas en el interior de las semillas de la palmera real.
Pero no lo hacen del mismo modo. «Mientras que Pachymerus deposita multitud de huevos diminutos en el exterior del dátil, Speciomerus solo puede depositar unos pocos huevos más grandes directamente en la semilla cuando esta ha quedado al descubierto porque el dátil ha sido despojado previamente de su parte carnosa. Así que las ardillas, monos y roedores que se alimentan de esos dátiles determinan la cantidad de semillas que quedan disponibles para cada especie de gorgojo», explica Peguero.
Uno de los animales que desempeña un papel más importante en esta compleja red de interacciones alimentarias es el agutí, un roedor de gran tamaño capaz de alimentarse tanto de la parte carnosa como de las semillas de los dátiles e incluso de los gorgojos que encuentra en su interior. «Cuando este depredador está ausente, quedan muy pocas semillas descubiertas y, en consecuencia, las poblaciones del gorgojo más grande, el Speciomerus, se reducen de manera drástica.
Esto significa que sin la presencia del agutí, esta especie de gorgojo acabaría desapareciendo, aunque esta tendencia es ya muy notoria mucho antes de que el roedor haya desaparecido por completo», afirma el investigador. Una advertencia frente a la pérdida global de biodiversidad Peguero recuerda que la biodiversidad se está reduciendo a escala global de manera alarmante, y que los animales de tamaño mediano y grande son los que más rápidamente están desapareciendo, un fenómeno que los ecólogos han bautizado como “defaunación”. La caza directa de estos animales y la pérdida y fragmentación de sus hábitats son las causas principales, y cada vez mayores, de esta «defaunación».
«El funcionamiento de un ecosistema se ha comparado muchas veces con un castillo de naipes, en el que si extraes una carta toda la construcción corre el riesgo de venirse abajo», explica el investigador del CREAF. «Lo que demuestra este estudio es que ni siquiera es necesario extraer toda la carta, sino que en ocasiones sólo con moverla todo el sistema se puede poner a temblar», concluye Peguero.
Fuente y fotografía: Ecoticias