No es sencillo comunicar los riesgos asociados al cambio climático. Son tan variados, tan difusos y tan aparentemente desconectados que explicar cómo nos puede afectar el calentamiento global es un lío. Y más aún si queremos hacerlo en un sólo gráfico.
Ya os aviso que no hemos conseguido resolverlo bien del todo, pero lo que sí tenemos es una nueva actualización gráfico más utilizado para presentar las «razones para preocuparnos» de forma visual y comprensiva: el gráfico de «brasas ardientes». Y la cosa, como era previsible, no pinta muy bien.
El gráfico
Este gráfico suele prepararlo el IPCC, un grupo intergubernamental de expertos en el cambio climático que depende de la ONU y se dedica a monitorizar la evolución del clima. Aunque algunas de sus conclusiones ha sido polémicas, su trabajo de revisión y análisis sigue siendo la mejor fuente de información climática global.
El problema es que, por su mismo funcionamiento, los informes del IPCC suelen tardar mucho en realizarse. El resultado es que, cuando se publican, ya están bastante desactualizados. Nos sirven más como registro climático que como fuente de información actualizada.
Por eso, y teniendo en cuenta que 2016 ha sido el año más caluroso del registro (aunque en China no lo tengan tan claro), un grupo de científicos han decidido actualizar el gráfico de «brasas ardientes» para que podamos ver, a día de hoy, cuáles son los riesgos que tenemos. Y el resultado, publicado en Nature Climate Change, es este.
Un pequeñísimo manual de instrucciones
Efectivamente, en ese gráfico hay demasiada información y por eso cuesta un poco hacerse con él a la primera. Pero una vez se entiende la dinámica, es muy útil y nos da una visión coherente de todos los problemas climáticos a corto, medio y largo plazo.
Los dos termómetros que enmarcan las barras nos sirven de marco de referencia con respecto a la media de temperaturas de la época pre-industrial (el de la derecha) y a la media entre los años 1986-2005 (el de la izquierda). De un vistazo, podemos ver cuánto ha subido la temperaturadesde esos puntos de referencia.
Luego están el conjunto de riesgos que es dividido en cinco grandes bloques: los riesgos para sistemas únicos y amenazados (los riesgos para ecosistemas privilegiados como los arrecifes de coral, los glaciares o lugares con una gran biodiversidad), los riesgos asociados a fenómenos meteorológicos extremos (todo aquello relacionado con olas de calor, incendios, riadas o inundaciones), los riesgos asociados con la distribución de los impactos (es decir, los riesgos con alcance reducido teniendo en cuenta factores geográficos, socioeconómicos y de otro tipo), los riesgos globales (a diferencia del anterior, se refiere a los riesgos con alcance global) y, por último, los riesgos asociados a acontecimientos a gran escala (que se refiere a los posibles puntos de inflexión o de no retorno en el proceso del cambio climático).
Como podéis ver existen, además, riesgos globales (los círculos de colores) y riesgos concretos (los iconos) distribuidos por los cinco bloques. Gracias a esto podemos ver qué bloques afectan más a cada actividad y, mediante los colores de las gráficas, podemos apreciar qué problemas son más acuciantes. En este caso, por ejemplo, son los ecosistemas únicos los que se están llevando la peor parte.
¿Qué nos dice el gráfico?
Del gráfico se puede extraer mucha más información, pero la conclusión es la misma. Ya hemos superado el riesgo moderado en los tres primeros bloques. De hecho, como explica David Roberts, si superamos de manera definitiva los dos grados sobre la media de temperaturas preindustriales, estaremos en alto riesgo en los tres primeros bloques y en riesgo moderado en los dos segundos.
Esos dos grados son una de las grandes líneas rojas del cambio climático y, pese a los esfuerzos internacionales, parece que, más tarde o más temprano, vamos a acabar por cruzarla. Sólo nos queda saber qué pasará este año 2017.
Fuente y fotografía: Xataka