Las abundantes precipitaciones de la primavera han propiciado que el caudal de los ríos se mantenga y el estiaje se retrase, hasta el punto de que, ya en el mes de julio, ríos como el Omaña o el Torío todavía conserven un caudal ideal para la pesca. Si el calor persiste esto va a durar muy poco tiempo, ya que las sacas de agua para las presas limitarán los caudales hasta llegar a secar algunos tramos.
Esto dificultará enormemente la pesca concentrando las truchas en las pozas y limitando los horarios a los serenos matutinos y vespertinos. La pesca con mosca aprovechando las sombras y las chorreras se convierte en todo un arte de habilidad en el lance y sigilo en los movimientos. Es sin duda la pesca más bonita y emocionante.
En los ríos regulados, sin embargo, la situación se revierte. Hace algunos días que comenzó la campaña de riego que, con los primeros riegos del maíz, entrará en su apogeo. Los embalses están prácticamente llenos, pero en las próximas semanas bajará rápidamente su nivel.
El problema para la pesca no son los altos caudales, ya que la trucha se adapta en pocos días a las nuevas posturas, sino la frialdad de las aguas pues los desembalses se producen por las compuertas de fondo. El agua de entre seis y nueve grados es la más densa. Las truchas se situarán muy profundas y apenas comerán en superficie y si lo hacen será durante muy poco tiempo. La ninfa y la cucharilla serán los cebos mas eficaces en esta situación.
Fuente y fotografía: Diario de León