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El cambio climático amenaza monumentos históricos

El cambio climático amenaza monumentos históricosEl paso del tiempo y el clima han ido transformando la fisonomía de construcciones históricas como las pirámides en Egipto, el Taj Mahal en India o la Acrópolis de Atenas. Una erosión que encuentra en el cambio climático un poderoso aliado que intensifica el deterioro de monumentos, sitios arqueológicos y patrimonio arquitectónico alrededor del planeta.

Un fenómeno en el que la llamada «lluvia ácida» es una de las principales culpables. Países como Italia, Alemania y México investigan a fondo el tema, preocupados por el impacto de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, provocadas por el consumo de combustibles fósiles.

«La lluvia ácida está fuertemente asociada a actividades humanas», precisa Magdalena Walczak, académica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica.

Si bien se trata de un proceso natural asociado a emisiones volcánicas o a la descomposición de la vegetación, han sido las emisiones de gases que provienen de plantas industriales y vehículos las que han agravado el problema.

«El nivel de acidez (pH) en el agua es lo que determina la magnitud del daño. En la atmósfera, un pH neutro es de 5,6; una cifra inferior a eso ya implica acidez», explica María Angélica Rubio, experta en química atmosférica de la Universidad de Santiago.

Mientras mayor es la acidez, más riesgo hay de disolver materiales como mármol y piedra caliza. También son vulnerables metales como cobre, bronce o acero, por efecto de la corrosión. Así, estatuas, monumentos o edificaciones van perdiendo rasgos finos y detalles. «Pero estos efectos se ven a lo largo de muchos años, son procesos muy lentos», dice Walczak.

En muchos sitios, la acidez de la lluvia es menor a la de un limón y por eso en la gente no tiene mayor efecto, pero sí en el suelo y vegetales (ver recuadro).

Eso varía según el tipo de contaminación. Santiago, pese a sus altos índices de polución, no suele presentar lluvia ácida, según mediciones realizadas por María Angélica Rubio.

Mapa de corrosión.

En 2013, investigadores de la Universidad Católica de Valparaíso crearon un sitio web con el mapa de la corrosión atmosférica, elaborado gracias a una red de 31 estaciones a lo largo del país. Aunque su objetivo principal es conocer la velocidad a la que ocurre la corrosión de metales y aleaciones de mayor interés industrial —para identificar los más apropiados para emplear en diversas zonas—, también da pistas de cuáles son las áreas en las que estructuras y monumentos están más expuestos al daño ocasionado por el clima y contaminantes atmosféricos.

Lugares cercanos a plantas industriales del sector energético tienden a ser los más afectados en cuanto a corrosión.

Hacia el norte, sitios próximos a fundiciones también están en mayor riesgo.

«Es un tema que aquí no está asumido ni desarrollado en cuanto a investigación sobre su impacto en monumentos o patrimonio», precisa el arquitecto Cristóbal Noguera, académico de la Universidad San Sebastián.

«La lluvia ácida causa daños a largo plazo y eso se traduce en la necesidad de mantención, reparación o reconstrucción que tiene costos asociados», agrega.

En otros países llevan años realizando estudios al respecto. En México, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) junto a la Universidad Nacional Autónoma (Unam) han trabajado en la investigación de nuevos materiales y técnicas de conservación del patrimonio cultural.

En Italia se ha hecho algo parecido. «En 20 años, muchos edificios, esculturas y fuentes que adornan plazas y ciudades podrían quedar enormemente deteriorados», advierte Elisabetta Erba, investigadora del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Estudios de Milán, quien participó hace un par de semanas en un encuentro sobre el tema que se llevó a cabo en la península.

De allí que este tipo de investigaciones sirvan para mejorar las técnicas de conservación, como recubrimientos y resinas que protegen los materiales.

Pero los expertos concuerdan en que eso es una solución paliativa y que lo esencial es buscar maneras de evitar la lluvia ácida.

Otros afectados.

La vegetación, suelos y masas de agua son lo primero que resiente los efectos de la lluvia ácida. Bosques en países como Alemania, Suecia y España y EE.UU. han visto la pérdida de nutrientes minerales básicos, y el follaje pierde su cubierta cerosa, exponiéndolos a plagas y enfermedades. Lo anterior incide en la pérdida de hábitat para aves. En ríos y lagunas, la acidez provoca la muerte de peces.

Fuente y fotografía: El País

11 mayo, 2016

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