Científicos de la Universidad de Granada participan en un estudio internacional que ha analizado la composición química de los sedimentos marinos para obtener información sobre el cambio climático.
El Mediterráneo es un “excepcional laboratorio natural” para las investigaciones paleoambientales, debido a que su carácter de cuenca semicerrada “lo hace particularmente sensible y amplificador de los efectos del cambio global”, apuntan los autores
Un equipo internacional de científicos, entre los que se encuentran tres investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro mixto UGR-CSIC), ha descubierto nuevos datos sobre el clima en la cuenca mediterránea durante los últimos 20.000 años gracias a la composición química de los sedimentos depositados en los fondos marinos.
Este trabajo ha sido publicado en la revista Quaternary Science Reviews, y en él han participado los investigadores del Grupo RNM179 de la UGR Francisca Martínez Ruiz y David Gallego Torres (Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, CSIC-UGR) y Miguel Ortega Huertas (departamento de Mineralogía y Petrología). Son coautores del artículo Miriam Kastner (Scripps Institution of Oceanography, UCSD, La Jolla, USA), Marta Rodrigo Gámiz (NIOZ Royal Netherlands Institute for Sea Research, Texel, The Netherlands) y Vanesa Nieto Moreno (Biodiversität und Klima Forschungszentrum, Frankfurt am Main, Germany).
Como explica la autora principal, la investigadora del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra Francisca Martínez Ruiz, “el estudio de la composición química de los sedimentos marinos resulta de especial interés porque, más allá de los datos instrumentales, únicamente los indicadores indirectos pueden ofrecer información sobre cómo era nuestro clima en el pasado”.
El estudio de alta resolución de los sedimentos marinos permite una caracterización del clima en el pasado que contribuirá al conocimiento del cambio climático actual y al de posibles escenarios de cambio climático futuros. Para ello, afirma la científica, “el Mediterráneo es un excepcional laboratorio natural para las investigaciones paleoambientales debido a que su carácter de cuenca semicerrada lo hace particularmente sensible y amplificador de los efectos del cambio global”.
Último Máximo Glacial (LGM)
El intervalo de tiempo estudiado en este artículo científico es de especial interés por los cambios climáticos tan significativos acaecidos desde el Último Máximo Glacial (LGM, por sus siglas en inglés), como son el último evento Heinrich (período en los que oleadas de icebergs se desprendieron de los glaciares y atravesaron el Atlántico Norte), la transición Bolling-Allerod, el Younger Dryas (fase de enfriamiento climático a finales del Pleistoceno) y las oscilaciones climáticas holocenas. Los científicos han evaluado la utilidad de los distintos indicadores geoquímicos y mineralógicos de variabilidad climática, concluyendo que los que proporcionan una información más fiable y precisa son los siguientes: las relaciones Ti/Al (titanio/aluminio) y Zr/Al (zirconio/aluminio) para interpretar las variaciones en los aportes eólicos y, por tanto, reconstruir ciclos áridos y húmedos; las relaciones Mg/Al (magnesio/aluminio), K/Al (potasio/aluminio) y Rb/Al (rubidio/aluminio) como indicativas de las variaciones en los aportes fluviales, y las condiciones de oxigenación reconstruidas a partir de las relaciones de metales traza (U, Mo, V, Co, Ni, Cr, es decir, uranio, molibdeno, vanadio, cobalto, níquel y cromo).
Especialmente interesante ha resultado el estudio de la productividad biológica, reconstruida a partir del contenido en bario (Ba) en sedimentos derivado de barita biogénica.
“Debido a que muchos de los cambios climáticos tienen un carácter cíclico destaca la profesora Martínez-, conocer la evolución del clima futuro y sus mecanismos de control, tanto naturales como antropogénicos, requiere el entendimiento del sistema climático en el pasado y el de la respuesta de sus distintos componentes (atmósfera, biosfera, litosfera, hidrosfera, criosfera) a mayor escala que la del registro instrumental”.
Figura 1. Mapa esquemático del Mediterráneo mostrando sus distintas cuencas y los principales aportes fluviales y eólicos.
Fuente y fotografía: El tiempo