En la década de los 70, salieron a la luz unas misteriosas formas circulares dibujadas en áridas zonas de Namibia (África) que fueron bautizadas como «círculos de hadas». No se trata de ningún fenómeno esotérico, sino de un proceso que lleva a cabo la propia naturaleza para asegurar su supervivencia en zonas donde el agua es escasa.
Cuando Stephan Getzin, un ecologista del Centro de Investigación Medioambiental Helmholtz, en Alemania, y autor del nuevo estudio recién publicado en la revista PNAS, recibió unas fotografías de varios «círculos de hadas» como los que ya había visto en numerosas ocasiones, se llevó una gran sorpresa. Lo que captó su interés era que esas imágenes no se habían tomado en Namibia, sino a más de 10.000 kilómetros de allí, en Australia. Hasta ese momento, los círculos habían permanecido completamente desconocidos para la ciencia.
Son terrenos áridos en los que la vegetación deja «espacios» en los que no crece. Son un misterio de la naturaleza y han sido objeto de animados debates sobre su origen. Se caracterizan por ser unos claros con forma hexagonal de distintos tamaños que aparecen de manera uniforme en el paisaje hasta formar una distribución homogénea.
Para explicar la formación de los círculos y entender la manera en la que la naturaleza se organiza, los investigadores recurren a la teoría de la formación de patrones. Fue el matemático Alan Turing el que desarrolló esta idea y no fue hasta la década de 1990 cuando los ecologistas y físicos cayeron en la cuenta de que se podía utilizar para explicar algunos patrones de vegetación.
El interés por los «círculos de hadas» se despertó en los años 70, pero los científicos no han podido ponerse de acuerdo en cuál es la razón por la que se forman estos patrones en el suelo. Las posibles teorías dividían a los científicos en dos grupos: los partidarios de que fuesen causados por termitas y los defensores de que su origen se debía a la lucha por el agua.
Ahora, gracias al estudio que han llevado a cabo Getzin y sus compañeros combinando varias técnicas de detección remota, análisis de los patrones espaciales y modelos matemáticos, se ha podido demostrar que estas formaciones de Australia emergen por ‘auto organización’, sin tener relación con la actividad de las termitas.
En el caso de los círculos de África, éstos actúan como «abrevaderos»: almacenan agua y humedad de las escasas lluvias durante varios meses para hacer frente a la estación seca. La hierba que crece alrededor tiene acceso a esta agua con sus raíces y también la absorbe con la ayuda de la difusión de agua que hace el suelo arenoso.
Sin embargo, aunque en apariencia son similares, los círculos de Australia se comportan de otra manera. Esparcidos en la región de Pilbara, en un radio de entre 10 y 20 kilómetros de la ciudad minera de Newman, el terreno donde se forman es seco y duro. Presentan una superficie de arcilla seca y casi impenetrable, pero los investigadores creen que la función es la misma en ambas formaciones.
Según la teoría desarrollada por Getzin y sus compañeros, en los entornos más inhóspitos donde las plantas tienen que competir para conseguir agua y alimento, la vegetación más débil muere y las especies más resistentes se reorganizan dibujando estos patrones. La feroz lucha por el agua que resulta en esta particular formación, tal y como demuestran los resultados de este estudio, es mucho más común en las zonas secas de lo que se creía.
Fuente y fotografía: El Mundo