Más de 190 países se han reunido estas dos últimas semanas en la sede de Naciones Unidas en Nueva York para avanzar en las negociaciones del histórico Tratado Global de los Océanos, que ayudaría a proteger al menos el 30% de los mares para 2030. A medida que la tercera ronda de negociaciones de la ONU llega a su fin, las organizaciones ecologistas ha constatado que no existe un compromiso serio por parte de la mayoría de los países.
Según un comunicado de Greenpeace, algunos gobiernos, como Estados Unidos, Noruega, Australia, Japón, Canadá, Nueva Zelanda y Ecuador, parecen estar a favor de un tratado diluido que no ofrecería la red de santuarios oceánicos que la ciencia demanda para que la protección sea efectiva. En el caso de la Unión Europea, señalan que sus propuestas son insuficientes y no representan un cambio real.
Los ojos también están puestos en China, anfitriona de la próxima Cumbre de Biodiversidad (CoP15) y donde se establecerán los objetivos de biodiversidad posteriores a 2020, que debe mostrar más ambición para estar a la vanguardia de la protección de la biodiversidad. Especial atención hay que prestar a Rusia, Islandia y Corea, cuyos esfuerzos hasta el momento se han dirigido a retrasar las negociaciones.
Un tratado fuerte para salvar a los océanos
Según explica Greenpeace, el alcance de este nuevo acuerdo global podría ser enorme: casi la mitad del planeta. Las aguas internacionales, los océanos más allá de las fronteras, cubren más espacio que todos los continentes juntos. Lamentablemente, hoy estas aguas internacionales están siendo explotadas sin piedad.
Además del cambio climático, las presiones derivadas de la sobrepesca, la exploración minera en aguas profundas, las prospecciones en busca de petróleo o gas y la contaminación plástica están llevando a nuestros océanos al borde del colapso. Solo alrededor del 1% de los océanos mundiales está debidamente protegido. No existe un instrumento legal efectivo que permita la creación de santuarios oceánicos, áreas fuera del alcance de actividades humanas dañinas, en aguas internacionales.