Todos los seres vivos se deben de adaptar a las condiciones del lugar donde han nacido si quieren sobrevivir. Pero cuando estas condiciones cambian, especialmente si lo hacen en un periodo de tiempo muy corto, habrá especies que les cueste más que a otras, como es el caso de las ratas de bosque.
Estos animales se alimentan del arbusto de la creosota, cuyo nombre científico es Larrea tridentata. Esta planta es ya de por sí tóxica, pero los roedores son capaces de digerir su toxina… siempre y cuando no superen cierta cantidad. Debido al aumento de las temperaturas la creosota produce más toxinas, poniendo en riesgo la supervivencia de las ratas de bosque. Así pues, se podría pensar que el calentamiento global afecta a los animales herbívoros.
Cuando tu comida favorita no tiene el sabor que solía tener antes, solemos pedirla en otro sitio o, con el tiempo, la sustituimos por otra. Los animales que viven en estado salvaje hacen exactamente lo mismo: intentan encontrarla en otro lugar o, directamente, dejan de alimentarse de ella.
Todas las plantas producen toxinas, pero un estudio publicado en ‘Proceedings of the Royal Society B’ ha revelado que con el incremento de las temperaturas la cantidad de las mismas aumenta. ¿Por qué? Porque ellas, como los animales, también quieren sobrevivir y para ello se adaptan como pueden a su medio natural. Así pues, las plantas serán más tóxicas cuanto mayor sea la temperatura.
Los investigadores realizaron dos experimentos con ratas de bosque: un grupo de ellas vivió a una temperatura ambiente de 27’7ºC, y otro a 22’2ºC. Ambos fueron alimentados con pienso de conejo tratado con resina tóxica de creosota extraída de la planta. Tras haber sido aclimatadas durante dos-tres semanas, los expertos fueron aumentando la concentración de creosota en el pienso. El resultado fue que las ratas de bosque que vivían con una temperatura cálida comían menos que las que tenían una temperatura más fresca.
En el segundo experimento pudieron comprobar que el umbral de tolerancia a las toxinas es de 25ºC, al poner un grupo de ratas en estancias con 28’8ºC, 25ºC y 21ºC. Todas ellas fueron alimentadas con pienso de conejo tratado con creosota, pero esta vez no se aumentó la cantidad de toxina. Aquellas que estaban viviendo a una temperatura de 25ºC comieron más veces que las otras.
Fuente y fotografía: Meteorología en red